Científicos descubren por qué los ansiosos pasean
Estudio encontró vínculo entre cuerpo y mente, en la estructura del cerebro.
N.E. / EFE
Partes del cerebro que controlan el movimiento están conectadas a redes implicadas en el pensamiento y la planificación, según un estudio que presenta un "vínculo literal" entre cuerpo y mente en la propia estructura del cerebro.
El trabajo, publicado en Nature, está liderado por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en San Luis (EE.UU.), que creen que la idea de que el cuerpo y la mente están inextricablemente entrelazados "es más que una abstracción".
El descubrimiento de esta red podría ayudar a explicar algunos fenómenos desconcertantes, como por qué la ansiedad hace que algunos quieran pasearse de un lado a otro, o por qué las personas que entrenan con regularidad son más positivas en la vida.
"Quienes meditan dicen que al calmar el cuerpo, por ejemplo con ejercicios de respiración, también se calma la mente", destacó Evan M. Gordon, primer autor del trabajo.
"Este tipo de prácticas pueden ser útiles para las personas con ansiedad, por ejemplo, pero no ha habido mucha evidencia científica de cómo funciona. Ahora hallamos una conexión", agregó.
Según el investigador, el estudio halla el lugar en el que la parte de la mente más activa y orientada a objetivos se conecta con las partes del cerebro que controlan la respiración y el ritmo cardíaco.
"Si calmas una de ellas, debería tener efectos de retroalimentación en la otra", dijo.
Gordon y Nico Dosenbach quisieron verificar el mapa establecido en 1930 de las áreas del cerebro que controlan el movimiento, con imágenes cerebrales.
Reclutaron a adultos para someterlos a exploración cerebral por resonancia magnética en reposo o haciendo tareas y, a partir de este conjunto de datos, construyeron mapas cerebrales de cada uno.
A continuación, validaron sus resultados usando tres conjuntos de datos de imagen por resonancia magnética de acceso público que, en conjunto, contienen escáneres cerebrales de 50.000 personas.
Para su sorpresa, descubrieron que el mapa realizado por Wilder Penfield en 1930 no era del todo correcto.
El control de los pies estaba donde Penfield había identificado, y lo mismo ocurría con las manos y la cara. Sin embargo, intercaladas con esas tres áreas clave había otras tres que no parecían estar directamente implicadas en el movimiento, aunque estaban en el área motora del cerebro.
Además, las áreas sin movimiento tenían un aspecto diferente al de las con movimiento: más delgadas y estaban fuertemente conectadas entre sí y con otras partes del cerebro implicadas en el pensamiento, la planificación, la excitación mental, el dolor y el control de órganos internos y funciones como la presión sanguínea y el ritmo cardiaco.