El poeta que se transforma en gato y viceversa
En medio de la pandemia, Koro, el felino del escritor y académico Gastón Carrasco, escribió un diario con sus garras cada vez que su dueño dejaba el computador encendido.
Por Valeria Barahona
Antes que el poeta y docente en la Universidad Alberto Hurtado (UAH) Gastón Carrasco aparezca en la pantalla de Zoom, está Koro, su gato negro con manchas blancas, para complementar las respuestas de su humano con maullidos y sinuosos movimientos de cola. Por segundos el autor acapara la cámara para contar, en primera persona, cómo fue el proceso del "Diario de Koro", publicado por Laurel Libros. "Somos una familia de a dos y el encierro trajo el desafío de la escritura a cuatro patas", dice el libro en el capítulo "VXCDV", título escrito por Koro.
Páginas más adelante, es Carrasco quien nombra el escrito como "Ouija", y dice: "Koro es el corcel que me ayuda a galopar los días. Evoco variaciones de su nombre en voz alta y con cierto delirio que, a oídos de los vecinos (en una torre de departamentos en pleno centro de Santiago), debe sonar como una invocación al más allá".
-Cuando comenzaron las cuarentenas era un chiste común oír "¿cuántos estarán escribiendo su diario de encierro?".
-Yo no quería escribir un diario más y después vi que tampoco salieron tantos… Era escribir en tiempo presente, estaba difícil darle cierta perspectiva.
-¿Qué piensas de la humanización de animales como Koro, o Bulu Karamanos (el gato de Irina Karamanos) y Brownie Boric (el perro de Gabriel Boric) en Twitter?
-Lo de las redes sociales lo entiendo como parte del juego mediático que termina generando adeptos. Otros presidentes también tienen perritos mediáticos y es ameno verlos, aunque Hitler también tenía un perro (ríe). Tengo ciertos reparos con esa humanización porque me gusta que sean animales y que haya una relación interespecie. No de igual a igual, sino que, asumiendo las diferencias, con otros ritmos. Obviamente uno termina humanizando al animal. Tengo una amiga que es muy madre de su gata y siempre me dice que soy el papá de Koro. Yo le digo que no: para mí, Koro es como un compañero de departamento, con quien comparto, pero no lo veo con cierta filiación paternal, sino como otro tipo dando vueltas por la casa, con su independencia, sus tiempos.
-Pero él escribe contigo.
-Sí, tiene que ganarse la comida diaria (ríe), pero también es porque es muy dependiente afectivamente y le gusta estar encima, pidiendo cariño. Si voy a dormir una siesta, se va a la cama conmigo, si estoy en el escritorio, viene, o si estoy almorzando, se pone en la mesa, eso, para alguien que vive solo, es súper importante, se nota menos la soledad.
-Hay una escena en el "Diario de Koro" donde te enrollas imitando su posición, como mandando el mundo a dormir.
-Uno también se va volviendo medio animal, o medio gato. Siempre me han dicho "gato" por Gastón, mi cuenta en Instagram es @gatodecampo_, siempre estoy poniendo cosas en relación a los gatos, incluso antes de tener a Koro. Tampoco tenía experiencia con gatos, porque a mi mamá no le gustaban, decía que era alérgica, aunque yo creo que era mentira. Siempre tuvimos perros, así que Koro es oficialmente mi primer gato.
-Koro está contigo desde antes de la pandemia y en tu poemario "Luminarias" (2020) hay un verso que dice: "La sabiduría es un animal herido que se aparta /en el momento justo de su manada".
-Probablemente ya me estaba dando vueltas la idea de lo animal. Para escribir soy súper "culturalista", hablo mucho de libros, pinturas, fotos, imágenes, creo que estoy más de ese lado de la escritura y poco de lo animal, pasional: ahora me interesa más ese lado, lo que uno no puede aprender de buenas a primeras, sino que con el cuerpo, con la emoción, conectar con esos otros lados también. La convivencia con Koro es una forma de conectar con lo animal, quizás de ahí esa suerte de simbiosis en el libro, donde a veces hago cosas de gato y Koro hace cosas de humano, y cuesta diferenciar quién es quién. Porque Koro, a pesar de que es un individuo aparte, tiene su personalidad, es mucho más carismático que yo, de algún modo forma parte de mí, estamos conectados porque lo conozco desde chico, debo ser para él una especie de otro gato en la casa, cada uno respetando o -en su caso- invadiendo el espacio.
-Hay una parte en que te bloquea el teclado, estás en una reunión, no puedes mandar un enlace, solo aparecen letras sueltas y dices "ya estoy escribiendo como él", cuando apoya sus garras en las letras.
-Uno se comienza a adaptar y adoptar ese lenguaje animal, perdiendo un poco las palabras, porque llega un punto en el que uno verbaliza con los animales y los pone a hablar: yo converso cualquier cosa con Koro. Obviamente no me contesta, no hay ningún problema psiquiátrico (sonríe); mientras que una amiga suele poner voz a los gatos, haciendo como que le contestan. Otra amiga habla con ellos en "miaus", cada uno va a adaptando su lenguaje de acuerdo a la relación. Hay gatos más parlanchines, Koro siempre responde, porque está acostumbrado a que cuando llego lo saludo y me saluda, en ese sentido está bien educado, cumple con todos los modales que corresponden.
En un costado de la pantalla de Zoom se alcanza a ver la casita de Koro y una serie de plataformas para saltar y jugar, las que serán vitales para él durante estos días, ya que Carrasco viajará al Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG), de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), "porque estoy haciendo un posdoctorado sobre afectos y masculinidades en el anarquismo chileno", tras su trabajo en la edición crítica de los cuentos de Manuel Rojas, publicada por la UAH.
"Diario de Koro"
"Gastón Carrasco Laurel 82 páginas $7.000