Educación y discapacidad
Si bien existe consenso sobre el derecho universal de los niños a acceder a la educación en sus distintos niveles, debemos también detenernos en los desafíos pendientes cuando hablamos de educación y discapacidad. La acción de la UNESCO en este ámbito está delineada en tres documentos: la Convención relativa a la Lucha contra las Discriminaciones en la Esfera de la Enseñanza (1960), el Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 y el Marco de Acción Educación 2030, que hacen hincapié en que la inclusión y la equidad son los cimientos de una educación de calidad.
En nuestro país, este tema es abordado en una estrategia inclusiva denominada Programa de Integración Escolar (PIE), que tiene el objetivo de contribuir a la calidad de la educación, favoreciendo los aprendizajes de todos y cada uno de los estudiantes, especialmente de aquellos con Necesidades Educativas Especiales (NEE). Por razones obvias, este programa y sus alumnos fueron gravemente afectados durante la pandemia.
Según el estudio Percepciones de apoderados y educadores en la adaptación y logro de aprendizajes durante la pandemia COVID-19, del Centro de Justicia Educacional de la UC, publicado en enero de este año, 2020 fue especialmente duro para niños con NEE debido a la falta de acceso a la tecnología en el hogar, falta de formación de los apoderados en materia de apoyo escolar y necesidades educativas y, porque los elementos tecnológicos no están adaptados a las condiciones específicas de estos alumnos. Mientras el 60% de los padres de niños con NEE indicó que su hijo presentó una alta dificultad, esta cifra llegó a un 40% en los padres de niños sin necesidades especiales.
Los datos preocupan, especialmente si se considera que la matrícula de esta población ha crecido exponencialmente: si en 1985 teníamos en el sistema 31.017 alumnos con NEE, este número creció a 183.373 en 2018. Más alumnos con Necesidades Educativas Especiales se correlacionan con más establecimientos educacionales que cuentan con el PIE y mayor oferta de carreras pedagógicas con especialidad en este currículo. Como Universidad sabemos que tenemos que avanzar en iniciativas que apoyen a estos estudiantes. Para ello, la investigación es clave y estamos abocados a ello. Recientemente, en Educación Diferencial, la Dra. Pamela Herrera-Díaz, presentó los avances del estudio "La figura del intérprete en Lengua de Señas Chilena: estado actual y desafíos en el contexto escolar". Esta y otras problemáticas se deben abordar desde la experiencia y el conocimiento, no hay tiempo para seguir esperando.
María Jesús Honorato Decana Facultad de Educación Universidad de las Américas