José del Carmen Herrera y Pedro María Rojas se enlistan voluntariamente en el 4to de Línea en octubre de 1879 para combatir en la Guerra del Pacífico. Ambos se encuentran en las acciones de Pisagua, San Francisco, Tacna, Arica, Chorrillos y Miraflores. Desde el principio, entablaron una cercana relación, no solo por el espíritu de servicio hacia su país, sino porque ambos tenían un gran secreto que, en aquella época, debían mantener lo más oculto posible. Ellos en realidad eran "ellas". Sus verdaderos nombres eran Josefa Herrera Poblete y María Rojas Moya. La principal razón que las llevó a ocultar su género y recurrir al "travestismo" masculino fue que estaba muy restringido el acceso a una plaza en el Ejército chileno para las mujeres. La única posibilidad era postular como "cantineras" (encargadas de la cantina, carpa de campaña donde se distribuía alimentación, insumos médicos, munición, entre otros elementos). Sin embargo, los puestos eran limitados (2 a 4 por regimiento), por lo que hicieron lo que muchas en la época: vestir como soldado varón y tratar de pasar desapercibidas. Josefa logra un merecido ascenso en 1880 como Cabo 2do, por lo que desde allí en adelante, se le reconoce y permite usar su verdadera identidad. De regreso a Chile, recibe las medallas correspondientes a sus acciones y se casa para continuar su vida como costurera. Termina sus días un día como hoy, 21 de agosto, de 1919. Es sepultada con honores y descansa en el Mausoleo de la Sociedad de Inválidos del 79, junto a otra de sus grandes amigas, la cantinera Irene Morales Galaz.
María tuvo un pasar tranquilo por varios años. De hecho, mientras fue combatiente, no hizo cobro de su plaza como cantinera, pero la necesidad de recibir una pensión para pasar sus últimos años de vida hizo que se iniciara un sumario para confirmar su participación en la guerra y poder recibir la pensión como veterana. Enrique Philips, en 1930, llama así la atención con respecto a la situación económica de María: "(sic) Ojalá los poderes públicos se acuerden de ella para aumentar su pensión siquiera a $300 y hacerle pasar sus últimos días más tranquilos y más felices". María Rojas fallece soltera y sin hijos en octubre de 1931. Hoy su tumba emerge entre las arenas del desierto en el poblado de Pisagua (Miguel Riquelme encuentra recientemente su tumba).
Hoy, el proyecto de ley para conmemorar a las Cantineras de la GDP ya se encuentra en su parte final y confiamos que el Senado cambie la historia de invisibilización y falta de reconocimiento para nuestras valientes y serviciales mujeres del 79.
Rubén Saavedra Vásquez
Profesor y Coleccionista del
Mundial de 1962