Editorial
Centralismo
El centralismo ha sido uno de los grandes desafíos que ha tenido Chile en los últimos años. El poder revertir esa manera de entender el país, ha hecho que de manera transversal los liderazgos propongan y trabajen en un modelo más equilibrado del Estado y del territorio, con todo lo que aquello significa.
No ha sido una tarea fácil, no es ni será corta, ni tampoco menor. Con el tiempo se ha ido pasando de las quejas y las aspiraciones, señales y hechos concretos. Alguna vez se propuso, por ejemplo, celebrar el día de las regiones a fines de marzo. Más efectivas han sido otras iniciativas, como la elección directa de los consejeros regionales, o últimamente la creación de cargos como el gobernador regional, que entre discusiones y atribuciones aún necesarias de fortalecer, son pasos más concretos.
Y así se van sumando señales en favor de las regiones. Sesiones de ministros, visitas ministeriales, sesiones de la Convención Constitucional, en fin, se pueden ir identificando diversas instancias que buscan relevar esta realidad nacional, que es el Chile extenso, diverso y visible.
Sin embargo, para que Chile realmente ponga fin al centralismo debe comenzar por cambiar lo más puro de este problema y es que las regiones tengan también efectivamente mayor voz y poder de decisión. Lamentablemente hoy las señales no son suficientes.
Aún la última palabra la tiene el jefe en Santiago, todavía el representante regional debe pedir permiso para contestar o no algún requerimiento. El peso de las autoridades regionales, del representante de una empresa o de quien está a la cabeza de un organismo en una región, todavía no es capaz de contrapesar el peso que tiene la contraparte en la irónicamente llamada "capital del reino".
Acá en nuestra misma región a veces es posible constatar con sorpresa que ni aún las más elementales respuestas, pueden ser entregadas por representantes locales de organismos públicos, privados u otros similares.
Mientras el centralismo habite en el corazón y en la mente, especialmente de la clase política, los gestos, acciones e intenciones probablemente no pasarán de ser aquello.
"Este lastre habita en las pequeñas señales que dan forma a una manera histórica de pensar el país".