Narrar con palabras de curandera
1-¿En quién te inspiraste para escribir "Brujas"? -En México, entre 1950 y 1980, hubo una curandera muy importante que se llamaba María Sabina. Ella tenía unos cantos -oraciones- como poemas, imposibles de hermosos. Desde ahí busqué la manera en que la curandera de mi libro nombrara la naturaleza. No es el mismo vocabulario que tenemos en las ciudades. No quería tampoco apropiarme de traducciones de lenguas originarias. Quería imaginar cómo ella nombraría un pañuelo. Algo medio infantil, como cuando aprendes un idioma y te mueves en un espacio de mucha imaginación, porque no tienes palabras.
2-¿Cómo fue la investigación? -Leí varios libros, un tanto áridos, sobre curanderos en México. De ahí saqué detalles del lugar en que vive la protagonista. Más que investigación, tenía muchas preguntas sobre el feminismo. En México hay diez feminicidios diarios. Este es un país muy violento con las mujeres. Además es un tema que nos cruza el cuerpo a todas ya que las muertes son la punta del iceberg en una sociedad violenta: desde ahí tenía muchas preguntas que busqué responder de una manera muy modesta y personal, a partir de la ficción.
3-Las protagonistas recuerdan su infancia. ¿Cómo ideaste esa escena? -Así como un niño hoy que juega con un iPad; mis personajes podían pasar horas haciendo una muñeca con retazos de telas. En el campo imaginé cómo jugaban, mirando a un sobrino chiquito que se moría de risa poniéndole su polera a un perrito que salía corriendo para sacársela. Las novelas son la traducción extrañísima de nuestra vida cotidiana. Ellas, al igual que mi sobrino, juegan con un perrito pero en una milpa (cultivo de maíz), donde lo cubren con paja y se ríen al ver que el animalito corre para sacudirse.