Dos mujeres que cargan sus dolores por el desierto
"El daño" es la única novela publicada por Andrea Maturana. La historia de dos mujeres que viajan al norte, cargando sus traumas, será reeditada este año.
Por Amelia Carvallo
Bióloga y terapeuta Gestalt Andrea Maturana vive en el campo, donde también se dedica a traducir. Desde muy joven la autora escribió relatos y tomó los talleres literarios de Pía Barros, Marco Antonio de la Parra y Antonio Skármeta en los noventa. Su ingreso al mundo de las letras lo hizo con un volumen de trece cuentos llamado "Des(Encuentros) (des)esperados" que se publicó en 1992. Además, es autora de libros infantiles: suyos son "Eva y su tan", "Secreto" y "El gran Hugo".
En su novela "El daño" se despliega el viaje de Elisa y Gabriela. Son monólogos donde se asoman al trauma que cada una carga. Elisa es el hilo mental el que sostiene buena parte de la narración. Es el motor de su peregrinar tras una verdad familiar. Gabriela es el torrente de palabras e imágenes del dolor amoroso que sufre tras saber que su amante nunca dejará a su esposa.
La novela abre con las dos jóvenes amigas que hacen dedo en el desierto. Elisa es la que lleva el relato y es más tímida que Gabriela. La primera se ha largado al norte y la otra sin dudarlo la acompaña. Esperan que alguien les dé un aventón, el rumbo no está claro y las razones de la partida tampoco. Recogiendo puntas de flechas, tarareando a Pat Metheny y lanzándose bromas y verdades pasan las amigas, sentadas en piedras incómodas de día y congeladas de noche.
En esa soledad y silencio intercambian relatos y fantasmas: un padre, un amor imposible, cada cual esperando su turno, insondables pero amigas. Esas son las coordenadas de esta ficción con la cual Andrea Maturana recibió rotundos aplausos en 1995, cuando Chile era gobernado por Eduardo Frei Ruiz Tagle y el satélite Fasat Alfa fracasaba en el espacio. Este 2021 la autora vuelve a ver reeditada la novela, en Ediciones Imbunche.
-¿Cuál fue la primera imagen o personaje que apareció en "El daño"? ¿Cómo fue tomando cuerpo esta novela?
-Mi novela "El daño" surge a raíz de varias conversaciones a lo largo del tiempo con una amiga mía de esa época, a pesar de que el personaje no es ella. La historia de abuso, sin embargo, es en parte la suya, y ella me autorizó para escribirla.
-¿Cómo eran esos días?
-Fue hace tiempo, así que no tengo tan presentes los recuerdos, pero sí que la historia se iba armando a pedazos, y la iba escribiendo así, en distintos momentos, como si hubieran sido varios cuentos que hablaban de la misma historia.
-¿Qué tipo de energía requirió?
-Es la única novela que he escrito y la escribí un poco como los cuentos. Creo que mi cabeza funciona así, más por pulsos que por largo alcance. Nunca completé un test de Cooper, y las novelas son un test de Cooper que requiere de tenacidad, disciplina, retener una continuidad en la mente. No es mi caso, yo tengo una mente rápida y que se agota pronto.
-¿Por qué te interesó el tema del abuso?
-Mi novela habla del abuso en una época en que no se hablaba del abuso, y eso hoy renace como una temática que está sobre la mesa, a pesar de ser una novela sin celulares ni pantallas.
Exactamente la misma
Cuenta que en su debut se tradujo al holandés por contacto directo de una editorial de ese país y que hoy la editorial Imbunche está a cargo de hacer una reedición, un asunto que le parece muy bueno.
"Será exactamente la misma novela y volverá a salir a la luz después de que se descontinuara. La ficción para adultos es así: los libros se venden en un inicio y luego decaen y dejan de interesarle a las grandes editoriales. Aunque a veces ciertos editores cuidan a sus autores y los sostienen en catálogo por mucho tiempo. A mí me hace mucha ilusión que el libro esté de nuevo disponible, además como parte de una iniciativa muy bella que tiene la editorial, de rescatar autoras chilenas.
-Cuéntame sobre Elisa y Gabriela. ¿Cómo fuiste perfilando sus voces?
-Elisa y Gabriela son una mezcla de personas que conozco. Gabriela es intensa y vive a concho, pero al hacerlo se descuida y se destruye porque esa intensidad se solaza en dolor. Y Elisa, que ha sufrido cosas mucho más duras y traumáticas, es más desapegada de su emoción, le cuesta llegar... hace todo el camino del libro para llegar.
-¿Qué te parece la amistad que hay entre ellas? ¿Lo que comparten?
-Desde esta dificultad, Gabriela con su intensidad le sirve, por decirlo de alguna manera. Le sirve simplemente siendo como es, porque la lleva a los lugares que le cuestan. Y Elisa también podría servirle a Gabriela, pero ella está demasiado tomada en su intensidad como para darle la alternativa.
-¿Qué te parece la amistad entre mujeres?
-Vengo de un linaje de mujeres fuertes y tengo además dos hijas mujeres. Me parece que la amistad entre mujeres puede ser profunda, reveladora, apañadora y hermosa. Y también puede ser durísima, envidiosa, destructiva. He tenido todas las experiencias, en ese sentido. Pero la amistad en general me parece un vínculo sagrado, un espacio en el que puede ocurrir la sanación, como en este libro.
-¿Cómo ves desde el hoy a estas dos chicas que se largan al desierto?
-El viaje al desierto es para mí un viaje iniciático y simbólico. Ahí donde todo es árido, donde no hay nada, donde no te queda otra que encontrarte contigo.
-¿Qué estás haciendo ahora?
-Hace un tiempo ya, me formé como terapeuta Gestalt y este tiempo he estado dedicada a acompañar a otros en sus procesos de autoconocimiento y sanación.
-¿Cómo te ha ido en el último año con el encierro?
-Ha sido muy desafiante esto en tiempos de pandemia: por un lado porque el formato ha obligado a encontrar otras maneras de hacer terapia, a veces frustrantes. Por otro lado, la gente está muy asustada, muy colapsada y muy sobrepasada. Es como si, desde el terror a la incertidumbre que nos produce todo lo que sucede, estuviéramos intentando sostener un automático que se cae a pedazos y no logramos ni siquiera sentarnos a ver cómo se derrumba.
-¿Te ha gatillado algún texto este confinamiento?
-Ha sido un tiempo duro en el que, sin embargo, he tenido el privilegio de estar con mi familia, tranquila; de trabajar y hacer mi huerta; de bordar y cocinar. Últimamente traduzco muy poco, sobre todo papers científicos no muy largos. No quiero tomar trabajos de traducción largos porque me va mal tanto teclado y pantalla. He escrito poco también, aunque le doy vueltas a historias posibles.