La dramática situación del empleo no se describe solamente a través del aumento de la tasa de desempleo, sino que es necesario mirar atentamente lo que ocurre con la población inactiva que ha aumentado respecto al año pasado. Es decir, muchas personas que perdieron el trabajo no se volvieron desempleados, sino que dejaron de buscar trabajo. Desde el 2010, más del 96% de los inactivos debido a razones relacionadas al cuidado de personas del núcleo familiar, son mujeres. Considerando este último año, el número promedio ha sido más de 1,4 millones para las mujeres y 52 mil para los hombres.
¿Qué medidas se podrían tomar al respecto? Entre lo que se ha hecho hasta el momento, los cursos de capacitaciones gratuitos implementados por el gobierno y las otras instituciones pueden representar una buena iniciativa para incentivar el aprendizaje de nuevas competencias que deberían aumentar las posibilidades de acceso a nuevos trabajos y para que las mujeres accedan a mejores cargos. Sin embargo, esto no es suficiente si no se acompaña a medidas que incentiven aún más el acceso de las mujeres a trabajos de calidad, junto con la expansión de la oferta de servicios de cuidado infantil y la concientización que la responsabilidad de cuidado tiene que ser compartida entre hombres y mujeres. Las actividades que han sido duramente golpeadas durante la pandemia son servicios en muchos casos informales y precarios, que no se pueden desarrollar en modalidad de teletrabajo, y donde principalmente se desempeñan mujeres, como es el caso del turismo, servicio doméstico, educación, entre otros. Esto sucede porque existe una división de género en el trabajo. Esta situación ha hecho perder participación laboral a las mujeres, junto con el aumento de su inactividad debido al trabajo no remunerado, y representa un retroceso.
En este sentido, es necesario pensar en políticas de reactivación que tengan en cuenta de las diferencias regionales y donde se financien no solamente los sectores donde las mujeres tienen históricamente mayor participación laboral, sino que fomentar el acceso de ellas en sectores donde antes tenía menos participación, como la construcción y la minería. Este cambio profundo consiste en reconocer la esencialidad que tiene la mano de obra femenina en todos los sectores para crear mayor crecimiento económico y una sociedad con mayores niveles de equidad. Es una gran posibilidad para mejorar la actual situación y crear un país más justo.
Valentina Ciriotto,
Investigadora y académica Ingeniería Comercial
U. San Sebastián