Editorial
Un punto de inflexión para Chile
El 18 de octubre marcó definitivamente un punto de inflexión en el Chile actual. Lo que arrancó de manera incipiente por esos días, como una manera de manifestarse en contra del alza en la tarifa del transporte en Santiago, terminó por convertirse en la válvula de escape de toda la frustración, la incomodidad, el descontento y la profunda molestia de una sociedad nacional cansada de desigualdades e injusticias.
Fue así como el estallido social terminó por reunir y visibilizar problemas diversos, transversales y enquistados en el país, por el funcionamiento de un sistema político, económico y social que ha sido incapaz de resolverlos.
El costo de la vida, brechas salariales, en la salud y la educación, un sistema de pensiones insatisfactorio y que no ha logrado garantizar una vejez digna, son sólo algunos de los grandes temas que fueron puestos sobre la mesa del país hace un año. Muchas de estas demandas confluyen en un denominador común que fue expuesto de forma directa y decidida: la necesidad de un proceso constituyente.
Poco más de un año después del estallido social, la ciudadanía tendrá la posibilidad de comenzar a definir los caminos para resolver parte fundamental de las demandas que fueron expuestas a partir del 18 de octubre de 2019, mediante el Plebiscito Constitucional de este fin de semana.
Durante un año, la sociedad nacional en sus más diversos estamentos y componentes ha dado a conocer los diagnósticos que hoy caracterizan el estado en el que se encuentra Chile, y en especial los chilenos y chilenas.
Hechos los diagnósticos, expuestos los problemas, las carencias, necesidades y desigualdades, es el momento en que el país debe orientar sus pasos hacia las soluciones. Algunas pueden venir de la mano con el proceso constituyente en marcha.
Otras tendrán que venir de la mano con una sociedad que marche con valores distintos, solidarios, y una clase política que está ante el desafío de recuperar la confianza de la ciudadanía y de responder lo que la sociedad exige de ella. En otras palabras, estar a la altura.
No es simple, pero es necesario y requiere sobre todo, voluntades y compromisos inmediatos.
"El estallido social dejó expuesto el descontento de una sociedad nacional que se cansó de brechas y desigualdades".