Las opciones Apruebo y Convención Constitucional auguran amplia adhesión ciudadana, así como también la de diversos partidos y agrupaciones políticas de oposición. Esta aparente sintonía sin embargo no está exenta de naturales desconfianzas por parte de un pueblo que ha sido una y otra vez defraudado por quienes han prometido representarlo.

En efecto, quienes desde la política lean este hito como una nueva opción para repartir huevos a sus canastas se equivocan diametralmente. No pasa más bien de ser una interesante oportunidad, quizás la última, para que el mundo de la militancia progresista y de las izquierdas, cada cual, en su grado, reconozcan y rectifiquen sus desaciertos, actitudes y formas de hacer política que les hicieron perder credibilidad y confianza ciudadana. Evidentemente que quienes más se alejaron de la base social tendrán una tarea más ardua que aquellos que no descontinuaron su accionar político con y desde la sociedad civil.

El acuerdo tácito en torno al Apruebo no es todavía sinónimo de acción unitaria entre los partidos políticos, como la que sí se comprueba existe al fragor de las ollas comunes, las movilizaciones sociales, las denuncias de abusos contra manifestantes, y la defensa de la dignidad y derechos del pueblo mapuche; todas expresiones unitarias provenientes del mundo social organizado y no organizado, y no precisamente de la acción unitaria de los partidos.

La unidad que exige el pueblo de Chile, no se va a fraguar en una mesa, si no en las calles y con la gente. La unidad de los partidos y agrupaciones políticas de la oposición implica encontrarse en un proyecto de transformación social surgido desde el mundo movilizado. Por eso resulta prioritario que cada partido releve las acciones concretas que está dispuesto a realizar para recuperar legitimidad ante su pueblo y sobre todo comprometerse a empujar una institucionalidad nueva en una nueva Constitución.

La Unidad Popular, a 50 años de su victoria en las urnas, nos obliga a recordar que los grandes acuerdos unitarios se cristalizan en torno a proyectos de sociedad, pudiendo erigirse con el apoyo de la base social, incluso soportando tensiones internas. Esta experiencia histórica nos dice que no son los partidos los que unilateralmente plantean los objetivos de la unidad, porque el contenido de fondo proviene dinámicamente de las tensiones y luchas que movilizan a una mayoría en determinado periodo.

Entonces pensar en la unidad política en base a performance, sin la gente, sin el pueblo, representaría una idea de unidad bastante ligera frente a un pueblo que tiene muy claro cuál es la dignidad perdida y la forma en que ésta se recuperará. Solo una transformación institucional de fondo conseguirá cambiar la actual posición de poder de la que profitan el empresariado y los grupos económicos en nuestro país.

Los partidos políticos, están presionados a dejar en un papel secundario sus legítimos intereses políticos y electorales, haciendo síntesis del nuevo proyecto de país que demanda el sentir de las mayorías. De no hacerlo ahora no habrá unidad ni acuerdo político que les rescate de la furia ciudadana por llegar tarde al más grande triunfo histórico de la democracia.

En ese marco político, rico y dinámico, lleno de esperanza, certezas e incertezas, el 25 de octubre es una oportunidad para ser parte de la victoria del pueblo en unidad, velando por un proceso seguro, con control y resguardo social, y de alta participación.

En fin, hoy la unidad transversal se puede expresar si los partidos están en disposición real no solo declarativa de lo que el pueblo desea: ganar por goleada el Apruebo y la Convención Constitucional.

Hernán Vargas Palma

-Secretario Regional Arica y Parinacota Partido comunista de Chile

HORA

ALTURA METROS

00:36 0.45 Bajamar 07:00 1.31 Pleamar 13:44 0.35 Bajamar 19:43 1.02 Pleamar