Los que ya pintamos canas, o "los viejos tercios" de otrora, al decir del destacado actor Tito Noguera, sólo somos números. Y números igual a cero. Cada mañana, cual contador de la Teletón, el Ministerio de Salud arroja nuevos números de fallecidos, osea de los sin valor, medio desechables, diríamos.
En el mundo de la ingeniería comercial y las finanzas cuando se trata de seres humanos, de pobres, de enfermos, de jubilados, de inmigrantes y otros, se habla en números, de promedios, de porcentajes y de análisis estadísticos. Incluso se califica de "grasa social", entiéndase de quienes son carga para la productividad de las empresas, las utilidades, incluso para el mismo Estado.
El Gobierno, en línea, de suyo habla de números e inversiones, de miles de millones de dólares para "ir en ayuda de 2,7 millones de compatriotas" ...
Nunca es triste la verdad, dice Serrat, sólo que no tiene remedio. Lorena Durán, en el sur profundo de la Araucanía, cumpliendo con la otra solidaridad, la del campo, lejana a números, se muere por negligencia médica y falta real de apoyo sanitario estatal. Se suma a los viejos que en estos meses han partido sin pena ni gloria.
Para los técnicos neoliberales la estadística marcha bien, en el país se controla la epidemia. Hay números azules.
Gaspar Millas del Río