Coincido en general con el señor Muñoz Ponce, en cuanto a que el nacimiento de Chile como Nación, entendido como comunidad de personas unidas por un sentido común de pertenencia, no fue contemporáneo con la independencia que tiene como hitos esenciales al 18 de septiembre del 1810 (en que el Cabildo de Santiago se pronuncia por la autonomía frente a la España ocupada), y el 1 de enero de 1818 cuando el Gobierno de Santiago declara formalmente y solemnemente su independencia de la monarquía española.
Sin embargo, no coincido con el señor Ponce cuando sostiene que él "El fenómeno sociológico que dio origen al sentimiento nacional chileno, fue la guerra del Pacífico, y en particular, la muerte de Prat".
Siguiendo a otros ilustres historiadores, pienso que éste sentimiento comenzó a gestarse mucho antes.
Mario Góngora por ejemplo, afirma que la guerra fue el elemento que consolidó la identidad chilena. Fue el instrumento de cohesión, de identificación nacional, de consolidación y de ampliación del espacio territorial para Chile.A lo largo de todo el s. XIX, cada generación vivió un conflicto bélico, comenzando con las guerras de la Independencia para contrarrestar la ofensiva lanzada en 1813 por el Virrey del Perú, que concluyó con la creación del nuevo estado en 1818, seguida inmediatamente después por la campaña de liberación del Perú, en la cual participaron numerosos chilenos, y en la década siguiente en la llamada "Guerra a Muerte", contra los realistas del sur del país (apoyados por los mapuche), hasta su derrota definitiva en 1826, paz consolidada con el Tratado de Tantauco. Posteriormente se suceden, la Guerra contra la Confederación Perú - Boliviana en 1836, la Guerra contra España de 1864, la Guerra del Pacífico en 1879, y por último, la Guerra Civil de 1891.
El resultado de esos conflictos son los símbolos que contribuyen a reforzar la identidad: los héroes y los muertos.
La Guerra contra la Confederación en particular, dio origen el mito del "roto chileno", como relata Oreste Plath: "El «roto» se hizo «milico» en la batalla de Yungay, el 20 de enero de 1839. Esta batalla se dio con ejércitos reclutados entre los «descamisados», sin preparación militar, sin uniformes, a base de puro corazón. El triunfo de Yungay es el del «patipelado», el del pueblo descalzo. Indudablemente, constituyó la exaltación del «roto»; aquí se lució, mostró sus condiciones, su fiereza para pelear; de ahí que el 20 de enero sea el día del «roto chileno», en cuyo monumento se lee «Chile agradecido de sus hijos por sus virtudes cívicas y guerreras»".
José Luis Pizarro