El muñeco diabólico vuelve tras 34 años
"Desechable y camp", el muñeco poseído que Dan Mancini creó en 1985, regresa a los cines.
Andrés Narazala R.
En el año 1985, Hasbro lanzó al mercado estadounidense los muñecos "My Buddy". La estrategia era fabricar niños de plástico que funcionasen como "amigos" de los pequeños consumidores, de la misma manera en que las mujeres juegan con muñecas. La campaña publicitaria fue tan millonaria y expansiva que Dan Mancini, un egresado de la escuela de cine de la UCLA, pensó inmediatamente en una sátira sobre el consumismo y los efectos del marketing sobre la infancia. Así nació "Chucky: El muñeco diabólico" (1988), película que sigue a un asesino en serie que es acribillado por un policía en medio de una juguetería. Consciente de que está muriendo, el delincuente transfiere su alma a un muñeco a través de un hechizo vudú. Al día siguiente, una mujer compra el juguete para su hijo y, bueno, los infiernos se desatan.
1985 Fue el año de estreno de esta saga del terror, protagonizada por "El Muñeco Diabólico".
El humor negro de Mancini lo llevó a mezclar la naturaleza supuestamente naif de la oferta juguetera de entonces con la cultura macabra de asesinos seriales que por esos años alimentaba la prensa estadounidense. El nombre completo de Chucky es, de hecho, Charles Lee Ray. Para eso conjugó los nombres de tres criminales célebres: Charles Manson, Lee Harvey Oswald y James Earl Ray.
A pesar de sus aspiraciones contraculturales, "Chucky: El muñeco diabólico" fue un éxito de audiencias. Costó 9 millones de dólares pero terminó recaudando más de 44 millones a lo largo del mundo. Lo más importante es que ese muñeco que, de alguna manera se burlaba de la cínica bondad del Sueño Americano, pasó rápidamente a integrar una galería del horror pop y desechable junto a Freddie Krueger y Jason Voorhees, entre otros.
Lo que vino fue un simple intento de extender el triunfo. En 1990 se estrenó la secuela: "Chucky: El muñeco diabólico 2" y, un año más tarde, la tercera entrega. En 1998, conscientes de que el humor fue siempre un elemento fundamental de la saga, fue el turno de "La novia de Chucky". Ahora, la ex novia del asesino reencarnado en el juguete sufría el mismo destino y, mediante el vudú, lograba habitar en una muñeca con el fin de consumar el amor interrumpido.
La saga extremó su sentido del humor con "El hijo de Chucky" (2004), la mejor entrega hasta la fecha, centrada en el retoño de los amantes: un muñeco adolescente que por su falta de genitales no sabe si es macho o hembra. Su confusión de identidad sexual se mezcla con sátiras a "La pasión de Cristo", Britney Spears y un puñado de chistes de mal gusto en las bocas de un elenco que incluye al cineasta de culto John Waters ("Pink Flamingos") en el rol de un ambicioso periodista.
Luego vino el declive. Prueba de la baja en la popularidad del personaje fueron las dos películas que siguieron: "La maldición de Chucky" (2013) y "El culto de Chucky" (2017), las que pasaron directo a video.
Ahora, en medio de una industria que apela a la nostalgia para recaudar millones, llega "El muñeco diabólico" (se estrena el próximo jueves), remake de la primera apuesta pero dotada de una mayor dosis de oscuridad. Mancini no se rinde.