"Desde Santiago nos tratan como imbéciles"
El liberal, el "outsider", el regionalista, el hombre que hace un año llegó a ser la primera autoridad comunal, desgrana su gestión, descuartiza el centralismo y analiza la relación con el Gobierno y su comportamiento político.
La oficina de Gerardo Espíndola lo refleja. Es como su presentación diaria, "sin corbata y con zapatos de terreno", alejada del glamour y de los souvenirs; como preparada para recibir visitas y sostener reuniones con cuanto vecino u organismo de Arica lo requiera. Eso, siempre que la agenda alcance. Militante del partido Liberal, se declara un "outsider" del sistema político, la sorpresa de las últimas Municipales. Especialmente crítico con el centralismo, no tarda en afirmar que "desde Santiago nos tratan como imbéciles". También enfrenta cara a cara un sistema político en el que dice que la participación ciudadana es sólo una cuestión "cosmética", y donde las decisiones del gobierno central han tenido y tendrán costos para el municipio.
Y así, a casi un año de haber asumido como primera autoridad comunal, se dio un tiempo para conversar largamente con "La Estrella", y hablar de este verdadero "aprendizaje" que han sido estos meses.
"Aprendizaje de las esperanzas de la ciudad. Como periodista, siempre he trabajado con la comunidad. Hemos decidido asumir que es un trabajo territorial profundo, hemos descubierto cosas que nos observan. Muchas veces estamos llenos de juicios y prejuicios respecto comportamientos en los barrios o cosas que ocurren en otros lugares".
- ¿Más prejuicios que juicios?
- Lo más doloroso que nos ha tocado es darnos cuenta que la población ve en la municipalidad y el Estado una especie de Mall o centro comercial. La ciudadanía se entiende como cliente, no como ciudadano. Por un lado vemos una comunidad víctima del asistencialismo y por otro, un Estado que muchas veces se invisibiliza o se esconde detrás de la municipalidad y es la municipalidad aquí finalmente pone a las de la cara. La falta de formación cívica hace que la gente golpee la puerta de la municipalidad para pedir soluciones a cosas que ni siquiera la municipalidad tiene competencias para poder resolver.
- ¿Es culpa de los políticos, del sistema?
- Sí, creo que es culpa del sistema. Un claro ejemplo es que en Chile tenemos un Sernac que está bien para la protección del consumidor, pero no tenemos un Ombudsman, un organismo de protección a los ciudadanos respecto de cómo el Estado está cumpliendo o no.
- ¿Cómo se lucha contra ese círculo vicioso?
- Es complejo pero creo que una de las principales acciones que nosotros hemos hecho es saber decir que no.
- ¿Ha tenido costos políticos eso?
- Claro, por ejemplo hemos visto que había subvenciones millonarias, que en dos o tres organizaciones se concentraba el 30% de las subvenciones totales que se daban a la comunidad, y esta vez bajaron en un 50% si no un 60 o 70%. Esto significó comentarios en las redes sociales de gente que nos atacaba de manera destemplada, pero que en el fondo, a pesar de que se dieron menos subvenciones, esas organizaciones de igual manera funcionaron, igual se las arreglaron. La municipalidad entonces era completo mecenas, siendo que el municipio debe ser un facilitador.
El desafío de la autonomía y el regionalismo
Arica es una ciudad que reclama por el abandono del Estado, y sin embargo, ha recibido recursos importantes por el Plan Especial de Desarrollo de Zonas Extremas. Pero más aún, su mejor trampolín de desarrollo fue la Junta de Adelanto, experiencia desde la interna comunal que no se ha podido repetir.
- ¿Siente el clientelismo como parte de la idiosincrasia de una comunidad que siempre ha reclamado el apoyo del Estado por su situación de abandono?
- De alguna manera así, pero también no
- Pero los logros históricos de Arica se consiguieron con esfuerzos propios, como con la Junta de Adelanto…
- Es que creo que esto también responde el excesivo centralismo que vivimos en nuestro país. Por un lado, el asistencialismo extremo es parte de una política de Estado y que no solamente pasa en Arica. Es una política de los partidos donde se les ha hecho más fácil asumir este rol. Y es algo común en la izquierda y la derecha, común a todos los partidos. Arica demostró con creces que si se le da la oportunidad y la autonomía necesaria de administrar sus recursos, se pueden tomar buenas decisiones, como fue con la Junta de Adelanto.
- ¿Le ha pesado mucho ese centralismo en la alcaldía?
- Vivimos un centralismo grosero en Arica, eso que autoridades locales tengamos que preguntar casi todo en Santiago. Para firmar un convenio, para colocar una cámara de seguridad, tiene que firmar el ministro. Las obras del parque centenario se encuentran detenidas a la espera de una resolución del Consejo de Monumentos Nacionales para poder seguir haciendo hoyos, porque el parque se convirtió en un sitio arqueológico debido a la gran cantidad de hallazgos. Nosotros presentamos los documentos, pero tienen que preguntar a Santiago. Si tenemos suerte, en el mejor de los casos serían tres meses para que nos den una respuesta.
- ¿Qué es lo más crítico o extremo que enfrentado por el centralismo?
- Un montón de cosas, por ejemplo los semáforos, la UOCT está en Santiago, viene acá una vez al mes y hemos tenido semáforos instalados sin funcionar. El tema de seguridad es algo clave que depende mucho de Santiago. El tema de salud, nosotros no podemos intervenir en un Cesfam que se va a crear, no podemos tomar decisiones en torno de una estética, de un techo que se va poner, que estén armonía con la cultura local, porque eso viene determinado Santiago.
- ¿Qué opinión le merece el Plan de Zonas Extremas? ¿Ha cumplido con las expectativas?
- Yo creo que en parte sí porque son recursos que no existían en Arica, recursos importantes, frescos. Hay proyectos que no se han cumplido por una serie de razones, como el edificio consistorial y la piscina olímpica. Pero nosotros vamos hacer todo lo necesario para alcanzar esos proyectos, que son emblemáticos.
-¿Y cree que la participación ciudadana en este caso ha sido real y efectiva?
- El primer problema que veo yo es que desde Santiago nos tratan como imbéciles. Algunas cosas se han definido de Santiago, otras acá, pero la participación ciudadana en general es súper cosmética, es una lista donde presenta un proyecto que ya está listo, la gente asiste, opina y puede opinar mucho, pero si esa opinión no es vinculante, para qué sirve esa opinión y esa participación. Algo está pasando, además el país no se construyen sólo asignando recursos el país se construye a través de la co-construcción con la participación ciudadana. Eso ha provocado la poca valoración.
-¿Qué opinión le merece como se definió lo del Museo Chinchorro, que fue tema ampliamente debatido en la comunidad?
- Ésa fue una idea que surgió desde la sociedad civil, desde el mundo empresarial y turístico que dio una oportunidad de hacer algo similar a lo que ocurre en Europa. Pero después se desvirtúa y desaparece, no se escucha. Pero también se ha prendido, por ejemplo el MOP, a través de la dirección de obras portuarias, sí aprendió. Hay dos proyectos como las Cuevas de Anzota y Playa Brava que se hicieron sin modelo de gestión. ¿Quién administra las Cuevas de Anzota? La municipalidad, para el común de la gente. Pero si uno ve, todo el borde costero es de administración de la Armada. Y la municipalidad nunca recibió en concesión las Cuevas de Anzota, ni tampoco la solicitud respectiva. Pero decía que el MOP (Ministerio de Obras Públicas) aprendió porque los siguientes proyectos sí vienen con un modelo de gestión y comunicación con la municipalidad.
- ¿Qué pasa con las baldosas en el centro? ¿Es lo mismo?
- Ésas fueron decisiones que se tomaron cuando yo no estaba. Pero también le manifesté al director de Serviu que hay cosas que no me gustan. Por ejemplo, no me gustan los bolardos (O segregadores). Para la municipalidad eso significa la mantención de los bolardos, y últimamente el diario dio a conocer que son 250 mil pesos el costo de cada uno de los que se destruyen.
-¿Tiene la municipalidad recursos para reponer semanalmente los que son derribados?
- No tiene. Ellos (Serviu) se comprometieron a dejarnos un stock; súper bien, pero nos va a durar un par de meses. A la gente no les gustan y estéticamente son feos. Entiendo su propósito: para cuidar las veredas, pero no estamos en condiciones de asumir la mantención de los bolardos.
-¿El municipio está atento a lo que recibe?
- Nosotros estamos siendo súper estrictos al momento de recibir cosas o comprometernos a ciertas acciones. El mismo caso del proyecto de la piscina olímpica del MOP cuyo proyecto actual considera 500 millones de pesos anuales para su mantención. Yo les dije que no la iba a recibir, no iba autorizar un compromiso previo.
Del desencanto a una nueva mirada
El lunes 24 de octubre de 2016, "La Estrella" daba a conocer la estrecha definición entre Gerardo Espíndola y Rodrigo Cuevas, en la lucha por la alcaldía. Finalmente, poco más de un centenar de votos definió el proceso.
Sin embargo, fue una elección con una abstención histórica. De 168 mil ciudadanos y ciudadanas habilitados para sufragar, sólo 48 mil llegaron a las urnas. Espíndola recibió 11 mil 500 preferencias.
- ¿Le preocupa la baja participación electoral y en especial el nivel de votación que usted recibió?
- A mí me preocupa demasiado. Yo en lo personal nunca estuve en favor del voto voluntario, creo que el voto debe ser obligatorio, porque así como tenemos derechos también tenemos deberes que cumplir. Pero ya fue, y creer que volver al voto obligatorio es la solución, es un error. La solución por el modo de hacer política.
- ¿Le ha pasado la cuenta la escasa votación?
- No, a mí no me ha pasado la cuenta. Críticas hacia mi gestión, como siempre, van a ocurrir en épocas de elecciones. Pero a mí no me interesa la crítica del café del Paso 21 de Mayo, aunque igual escucho. No soy un arrogante. Pero la crítica de 21 de Mayo no existe en las poblaciones. La crítica de la elite que quiere mantener el poder, no me interesa.
- ¿Cómo ve entonces su municipio, su gestión en términos políticos?
- Nosotros como municipio somos el resultado de esa molestia. Venimos del espacio político del desencanto, pero también de la apropiación. Como partido político (Liberal) también la pensamos sobre si queríamos estar en este espacio tan sensible como es la municipalidad.
- ¿Se considera un outsider?
- Me considero fuera de un sistema político que me desencanto, cuando ves que la izquierda y la derecha han comido y comen de una mano, puedes decir que ya el mundo no se divide entre la izquierda y la, derecha porque están juntos.
- ¿Ha pagado la municipalidad favores políticos a quienes contribuyeron en su campaña?
- Si tú miras cuánta gente del Partido Liberal, que es en el que yo milito, ingresó a la municipalidad, sobran dedos para contarlos. Son muy pocos. En un sistema donde trabajan 6.250 personas como este municipio, nosotros hicimos ampliación o renovación de contrato de 150 personas, sabiendo lo que eso significa y lo que venía. Si tú miras cuánta gente entró de mi equipo de confianza, que entro al municipio, no superan las 30 personas. Entonces que digan que estamos devolviendo favores políticos, no corresponde.
- Entonces el municipio no es un bastión del partido liberal.
- Es que el Estado no tendría por qué ser bastión, como se entendió siempre…
- Pero muchas veces lo es…
- O sea, lo es. El nivel de intervencionismo que vi en las últimas campañas fue grosero francamente me molesta. Pero nosotros como municipalidad no hemos hecho nada a nadie le hemos pedido que vote porque se asegura su trabajo por votar determinado candidato. Nosotros hemos sido súper respetuosos, incluso excesivamente respetuosos…
- … ¿y su apoyo a los candidatos de su sector a través de redes sociales?
- Si yo subo mi apoyo alguno de mis candidatos en mi Facebook personal, fuera del horario de trabajo, en la noche, un fin de semana, que digan que eso es devolver favores políticos, eso no es así. Es parte de lo que yo creo que debe ser, que le hace bien el país, si hay quienes creen que el alcalde no tiene que tener opinión política partidista, creo que están equivocados.
- ¿Por qué?
- Porque yo también soy un actor político en la ciudad, lo importante es que yo administro la ciudad para todos. En mis tiempos libres apoyo a mis candidatos con quienes tengo que trabajar.
- ¿Cuesta hacer esa diferencia entre el alcalde y el personaje político?
- A mí no me ha costado tanto porque creo que tiene que el sistema debe ser así. El alcalde es el alcalde para la ciudad completa y si alguien votó por mí o no votó por mí, a estas alturas, da lo mismo. El regionalismo, el amor por la ciudad, trascienden esta "Guerra Fría", esta mirada de la izquierda y la derecha.