De catedrales y parroquias
Londres acaba de ser la sede de Chile Day, evento que convoca al sector público y privado para fomentar la inversión en nuestro país, estrechando las relaciones entre empresas e inversionistas extranjeros y nacionales. Su mayor preocupación -concordante con lo volátil y fugaz del mundo globalizado actual- se centró en cómo recuperar las tasas de crecimiento económico. Interesante desafío a Chile planteado por esta Inglaterra del siglo XXI, observando una influencia que no ha cesado prácticamente desde la Edad Media, cuando Europa se había convertido en un cúmulo de ruinas provenientes de un imperio romano que estaba muriendo. Es sugestivo pensar que era una época en que los constructores de las grandes catedrales sabían que los resultados de sus magníficas empresas no las verían ni ellos, ni sus hijos ni siquiera sus nietos. Existía una visión de muy largo plazo que la "inmediatez" de hoy no nos permite comprender. Los resultados de aquellos emprendimientos europeos, nos maravillan aún hoy, por cuanto sus efectos trascendieron en la historia mucho más allá de las ya deslumbrantes arquitecturas. En esos templos se conservó el saber -con sus aciertos y fatalidades, como todas las épocas- dejando la antigua épica inspirada en héroes, Ilíadas y Odiseas, para relevar monjes racionalistas, bastante menos atractivos. La gracia de esta época, según los entendidos, es que dio pábulo al renacimiento, época considerada la "vedette" de los historiadores. ¿Que tiene que ver todos esto con Arica? Entre los asistentes al evento londinense, se encontraba un joven matrimonio que, con la Fundación Altiplano, restaura las pequeñas iglesias rurales y precordilleranas. Nada más lejos en tiempo, distancia y dimensiones que las grandes catedrales de la Edad Media. Sin embargo, paradojalmente, aquellos que constituyeron un imperio, hoy reciben con curiosidad e interés los resultados que la reparación de estas pequeñas iglesias (las más lejanas que se pudieran imaginar) son también templos que acogieron un crisol de culturas indígenas y europeas, mutuo y contradictorio sincretismo (no se piense unilateral) con los defectos y virtudes propios de la época.
Con la presencia de Arica en Londres se invierte un poco la historia, ya que el arreglo de pequeñas iglesias representa mucho más -también- que la mera construcción de adobe y madera. Hoy significan vida, comercio, turismo, respeto, reinvención cultural, en definitiva, vida. Quizás, un nuevo renacimiento.
Rodrigo Muñoz Ponce