La Armada de Chile y el Gobierno iniciaron oficialmente las actividades de celebración del Mes del Mar. La conmemoración tiene un significado muy especial para nuestra Armada y para el país en general, pues es un reconocimiento a hombres visionarios que desde los primeros días de nuestra Independencia vislumbraron lo que nuestra dilatada costa podía significar para la riqueza nacional.

Chile se sitúa con orgullo frente al mar y muestra ante el mundo nuestro tráfico marítimo. A la Armada se le ha encomendado la misión del resguardo de la navegación, de la policía marítima y del combate contra la contaminación.

La importancia del Chile marítimo se le debe a aquellos que supieron aquilatar, en la distancia del tiempo, lo que significaría. José Miguel Carrera tal vez fue el primero que lo demostró, al adquirir con su propio peculio los buques que debían formar una escuadra que le diera a la patria el dominio del mar. Después fue Bernardo O'Higgins que con esas "cuatro tablas" logró conquistarlo. Blanco Encalada le dio a Chile los primeros triunfos en el mar, mientras Arturo Prat y Carlos Condell terminaron con las pretensiones peruanas, sellando nuestra hegemonía marítima.

Esta celebración sorprende al país en un debate sobre el necesario equilibrio que debe existir entre la explotación de los recursos pesqueros y la preservación de ellos, que si bien son renovables, también son finitos. La extracción normada y con valor agregado son aspectos claves para la sustentabilidad del recurso y para incrementar el valor de nuestras exportaciones.

A la vez, por estos días Chile ha enfrentado la demanda presentada por Bolivia en la Corte Internacional de Justicia de la Haya, a través de la cual aspira a tener una salida con soberanía al Pacífico.

El Mes del Mar debe ser un foco de iluminación, sobre todo a nuestra juventud, para que tome conciencia de la importancia de nuestras extensiones marítimas y de su preservación, y de homenaje a la Armada de Chile, que ha sabido históricamente defender nuestros derechos.

Con la salida de la gestora cultural Claudia Barattini de la presidencia del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes -esa especie híbrida entre servicio y ministerio, que la llamada institucionalidad cultural desde el año 2003 no ha podido ni sabido definir- ha quedado en evidencia que la crisis de liderazgo en el país, no sólo afecta al ámbito político propiamente tal sino a casi todas las estructuras del servicio público.

En esto último no está ajeno el sector cultural, que si bien es cierto ha existido una mayor preocupación en cuanto a su desarrollo y promoción, las prioridades o carencias suelen dejarlo en lista de espera.

El proyecto de creación y puesta en marcha del Ministerio de Cultura, nuevamente quedó rezagado, por causa de la tristemente célebre "retroexcavadora" y de la mala gestión de una desconocida ministra-presidenta no fue capaz de erguirse con propiedad. Lo anterior no es una afirmación antojadiza o tendenciosa sino una realidad que puede fácilmente comprobarse, por ejemplo, a través de las informaciones del Observatorio de Políticas Culturales que es una organización independiente de investigación y análisis y debate del sector, que se genera en alianza con la U. de Chile, la S.C.D.A. apoyada por la Embajada de Francia y patrocinada por Unesco.

Así, al revisar aleatoriamente sus indicadores podemos constatar, que en materia legislativa el promedio de proyectos culturales llevan más de tres años sin movimiento en el Congreso. De 58 proyectos existentes el 33% ha tenido alguna tramitación; una carencia de 67%. Por otro lado, durante el 2014 el 81% de las iniciativas son de parlamentarios y sólo el 19% son presentadas por el Gobierno. De las tres medidas del programa presidencial durante los 100 primeros días del periodo gubernamental 2014, se cumplieron dos. Sin embargo, la más importante, el envío sustitutivo del nuevo proyecto de ley que crea el ministerio de Cultura y Patrimonio es hasta ahora, tarea no lograda.

No hay duda que en materia de fomento cultural estamos al debe; una deuda que debe ser prontamente saldada.