Quiero escribir palabras que sean dignas de este momento en que el año 2017 recoge sombrero y bastón, porque se está yendo.
Con esta intención me siento frente al computador, pero vuelvo a confirmar que a mí también me ha infiltrado el mismo ambiente del mismo climax, del mismo pueblo del cual yo mismo me apego.
Si no detengo mis dedos ellos escriben por su cuenta, si no vigilo mis ojos ellos ven lo que se les antoja; si no amarro mis sentimientos, mis divagaciones se escapan más allá de mis pretensiones.
Está claro que esta vez no lo puedo permitir, amo esta ciudad y si el tiempo se fuga, se arranca o se apaga - como se quiera citar - yo estoy obligado a gritar aunque nadie escuche - ya lo sé, no soy político - pero para saber que esta ciudad no avanza no se necesita ser síquico.
Mi temor ante lo confuso me lleva a preguntarme qué cosa diferencia en mí lo que vivo de lo que sueño; qué motiva en mí el deseo de seguir siendo parte de esta comunidad que por desorganizada y muy poco productiva, mis hijos debieron irse lejos buscando su futuro, buscando armar una familia.
Sólo falta para que termine mi escepticismo, que yo haga lo mismo. Entonces de esta vieja familia no quedará nada.
Cada despertar es la construcción del mismo comienzo, del mismo día que nunca termina, pues siempre queda por terminarse el mismo mañana que sólo se afina.
Hay un cambio de autoridades ojalá se hagan cargo de lo que origina el letargo; que no cubran con añejas repetidas acciones las ya viejas pretensiones de hacer de Arica una ciudad grande autosustentable para que vuelvan los jefes de los hogares, para que los viejos no se vayan por soledad buscando una ciudad más amigable.
Hay veces como esta que al escribir sobre este tema me llegan sentires de profunda complejidad. Hay quienes se ríen, siempre los hay, otros se resignan y lamentablemente son los muchos y el resto, los jóvenes que quedan, no lo logran dimensionar; mas yo insisto, vuelvo a escribir, y seguiré de ésto escribiendo, porque mientras alguien se detenga a leer lo que planteo, la esperanza seguirá viva en mi corazón: ¿Por qué no podría ser el inicio en el año 2018? Este país debe cambiar y esta necesidad puede ser para Arica y para esta región, su gran esperada oportunidad.
Arturo Yévenes Acuña