El relax de Marcelo Lagos
Lejos de las cámaras y con tenida ultra deportiva se le vio ayer a Marcelo Lagos en el pasto, frente a la Plaza Colón.
De hecho hasta regaloneaba con su hija y saludaba a quien lo saludaba.
Lejos de las cámaras y con tenida ultra deportiva se le vio ayer a Marcelo Lagos en el pasto, frente a la Plaza Colón.
De hecho hasta regaloneaba con su hija y saludaba a quien lo saludaba.
A pesar del cable, internet y otras tecnologías, aún hay familias completas que disfrutan con la clásica cinta Jesús de Nazareth. Eso fue lo que se vio ayer, en varias casa de Arica. Es que por algo es la película más transmitida en Chile.
La muerte de un carabinero deja en evidencia, nuevamente, los niveles de violencia que alcanza el llamado Día del Joven Combatiente. En la oportunidad, Alejandro Gálvez, de treinta años, perdió la vida luego que recibiera un disparo en medio de los disturbios registrados la noche del domingo en la comuna de Pedro Aguirre Cerda, en la Región Metropolitana.
El hecho se dio mientras el uniformado cumplía su deber, tratando de contener los disturbios. Nuevamente preocupa que temas que pueden ser discutidos en nuestra sociedad en la dimensión y el contexto que corresponden, se salgan del mismo para convertirse en una excusa para el desenfreno.
En este sentido, es indispensable que se persiga a quienes validan la violencia, pero con la necesaria transparencia en las detenciones y los procesos judiciales, que impidan cualquier duda al respecto.
Otros hechos como el atentado explosivo en el Metro de Santiago, también muestran que estas situaciones deben ser tratadas con rigurosidad, evitando que sigan proliferando y manchando los niveles de seguridad que hasta ahora aún son eficientes en el país, sobre todo cuando se les compara con el resto del mundo. Si bien los niveles de violencia en manifestaciones aún no llegan a provincias, es necesario estar alerta, sobre todo considerando el fácil acceso a las armas de fuego que están teniendo los jóvenes de las regiones del norte del país, donde el narcotráfico las está incrustado en los barrios más vulnerables de Iquique y Alto Hospicio.
Es necesario pensar que esta problemática debe ser atacada, pero no con medidas populistas, donde se prometen las penas del infierno. En ese sentido, es necesario generar acciones preventivas, garantizar el acceso a la educación y sacar las armas de las calles.
Una de las instituciones con mayores índices de credibilidad de parte de la ciudadanía pierde a uno de sus efectivos en el ejercicio de sus labores, no es necesario seguir esperando a que la violencia aumente.
El Estado debe hacerse cargo.
La Viruela es una enfermedad infectocontagiosa producida por un virus cuya mortalidad alcanzaba el 50%. En 1761, antes de cumplir los 21 años de edad, Juan Ignacio Molina, conocido posteriormente como el Abate Molina, el primer científico chileno, estuvo al borde de la muerte, víctima de esta gravísima enfermedad, que diezmó a la población americana durante los 3 siglos de vida colonial. En esa época nadie sabía cómo se producía y menos como tratarla efectivamente.
El joven Molina escribió en versos en latín, "De peste variolarum", una minuciosa y exacta descripción del cuadro clínico, denotando una extraordinaria capacidad de observación científica. Además resulta igualmente notable la certera crítica hecha por el poeta-paciente de lo verdaderamente esencial en los erróneos e ineficaces tratamientos médicos y métodos hospitalarios de su tiempo.
Discute enérgicamente, con gran independencia y certeza de juicio, el estrictísimo racionamiento de líquido, al que sindica como principal culpable del negativo curso de su enfermedad, sin dejar por ello de criticar el debilitamiento producido por la agresiva sangría y la limitada dieta alimentaria, así como las inútiles molestias de purgantes y lavativas, el exceso de abrigo, transpiración provocada y falta de ventilación.
Su científica, racional y atrevida actuación frente a la anticuada e inefectiva medicina de la época, logró salvar la vida de Juan Ignacio Molina, que estaba desahuciado.
Además de su notable capacidad científica, llama la atención el estro poético del autor, que sabe mezclar el lirismo parnasiano, pleno de metáforas adecuadísimas para retratar el atroz cuadro de la viruela, con bellas y límpidas imágenes, y su triunfante himno final al preciado don de la salud, que siglos después causaría un verdadero éxtasis por su erudición y belleza en Pablo Neruda, cuando la Viruela ya había sido erradicada en Chile y en el mundo.
Es cierto que faltan más lugares para estacionarse en el Asoagro, pero tomarse los paraderos como estacionamiento público es demasiado.
Esto se vio ayer y se da con mayor frecuencia los fines de semana.