Bonobos y chimpancés comparten empatía con los humanos
Ambas especies se consuelan mutuamente de forma similar a las personas, con comportamientos como arrullarse, abrazarse y agarrarse de la mano.
Agencia EFE
Se abrazan, se agarran de la mano, se tocan en señal de apoyo tras un momento de angustia… una investigación ha evidenciado que bonobos y chimpancés comparten el sentimiento de empatía que tenemos los humanos, con ligeras diferencias por especie a la hora de manifestarlo.
El estudio, llevado a cabo por psicólogos de la Universidad de Durham (Reino Unido) y recogido ayer en la revista Evolution and Human Behavior, es fruto de la observación del comportamiento de 90 simios en santuarios de África para determinar si los bonobos eran más propensos que los chimpancés a consolar a otros en apuros, como se pensaba hasta ahora.
Esta investigación es la primera, según los autores, que compara directamente las tendencias al consuelo de las dos especies.
Los autores hicieron seguimiento a 40 bonobos en el santuario 'Lola ya Bonobo' de la República Democrática del Congo, y a 50 chimpancés en el Orfanato de Fauna Chimfunshi de Zambia.
En total, el equipo registró 1.400 horas de observación de las dos especies, centrándose en cómo reaccionaban los individuos cuando un miembro del grupo había experimentado un momento de angustia natural, como una pelea.
Su análisis pone de manifiesto que, tanto en los bonobos como en los chimpancés, los ejemplares más mayores parecen menos propensos a consolar que los más jóvenes, lo que indicaría que la sensibilidad emocional hacia los demás, la empatía, surge pronto en el desarrollo de los simios.
En los bonobos, los individuos más jóvenes son más propensos a consolar a otros y a ser consolados. En los chimpancés, los más empáticos tienen a ser los machos jóvenes y los compañeros sociales cercanos al chimpancé que está sufriendo un mal momento.
Ambas especies se consuelan mutuamente de forma similar a los humanos, con comportamientos que incluyen arrullarse, abrazarse, agarrarse de la mano y tocarse, señala uno de los autores Jake Brooker, investigador de Psicología de la Universidad de Durham.