Cada 19 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Lucha Contra el Cáncer de Mamas. Comienza este mes y los prestadores de salud se visten de rosa para concientizar respecto a este problema de salud que año tras año mata a un número considerable de mujeres, tanto que en Chile es considerada la primera causa de muerte oncológica femenina (GLOBOCAN 2022).

Se han realizado esfuerzos para transmitir a las mujeres que la detección temprana es la clave para disminuir la morbimortalidad asociada a esta enfermedad, siendo la mamografía el examen fundamental en la detección precoz.

Diversas estrategias se están aplicando en Chile para frenar el alza de casos, tales como mamografía gratis cada tres años para mujeres de entre 50 y 59 años en las APS, desde abril del 2023 se exime del requisito de orden médica para la realización de este examen a mujeres de este rango de edad y medio día libre laboral al año, sin descuento de sueldo para realizar exámenes preventivos incluyendo este examen de detección. Cabe destacar que, si el resultado se encuentra alterado, se activa el GES, dado que el cáncer de mama es garantía explicita en salud, tanto la sospecha, diagnóstico, tratamiento hasta el seguimiento, para las usuarias beneficiarias de Fonasa e Isapre.

Si bien la aparición de este cáncer puede estar influenciada por razones genéticas o hereditarias que no se pueden controlar, existen otros factores de riesgo que sí son modificables como el consumo de alcohol, sobrepeso y obesidad, sedentarismo, retraso de la maternidad, entre otros. Sin embargo, algunas mujeres desarrollan cáncer de mama a pesar de no tener factores de riesgo, por lo que es fundamental el screening periódico a través de la mamografía.

La prevención y la detección precoz son la clave para frenar esta alza sostenida de muertes asociadas a esta enfermedad, que impacta enormemente en la vida de las mujeres y sus familias.

Judith Ochar Riquelme

Académica de Obstetricia

Facultad de Ciencias para el Cuidado de la Salud

Universidad San Sebastián

Chile enfrenta un acelerado envejecimiento de su población, con una esperanza de vida promedio de 79 años, siendo las mujeres más longevas, superando los 80 años. Este fenómeno se acompaña de una baja en la natalidad, lo que configura una nueva realidad poblacional con importantes desafíos. Especialmente preocupante es el rápido aumento del grupo de personas mayores de 80 años, cuyo crecimiento ya había incrementado más de tres veces entre 1990 y el 2020.

Sin embargo, la realidad de la mayoría de los adultos mayores en Chile evidencia que al dejar de ser productivos pierden gran parte los vínculos y amistades asociadas a los espacios de trabajo u organizacionales, disminuyendo considerablemente sus lazos sociales, lo que conduce a la soledad y el aislamiento.

Ante este panorama, las políticas públicas deben potenciar sus programas desde el envejecimiento activo, centrándose en la mantención y el fortalecimiento de las redes de apoyo, así como de la autonomía, reconociendo a este grupo de la población desde sus fortalezas y potencialidades, a fin de evitar caer en la infantilización, utilizando adecuadamente el lenguaje para referirse a ellas y brindando espacios de participación y decisión sobre su propia vida, específicamente en aspectos familiares, sociales y políticos.

Nuestra casa de estudios ha implementado acciones académicas como talleres y escuelas de formación que se basan en una visión sensible y respetuosa de los adultos mayores como protagonistas de su vida. Estas iniciativas buscan que, a través de su experiencia y sabiduría, puedan seguir contribuyendo activamente a la sociedad.

Beatriz Vargas Directora Carrera Trabajo Social Universidad de Las Américas

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