Constitución
Distinguir el legítimo reclamo de ciudadanos de las agendas particulares y narcisistas a veces no es tan fácil, cubiertos como estamos en Chile de vaguedades conceptuales.
En el extremo de este dislate se encuentra la misma dignidad, que para algunos se relaciona simbolicamente con un perro que mata carabineros. Si esto es asi, estamos en un serio problema de comunicacion social y humana.
Fuera de este ejemplo (que lamentablemente esta lejos de ser una exageración) se encuentran complejos problemas que no pueden ser obviados so pretexto de banalizar la vergonzosa experiencia constitucional que tuvimos recientemente.
Para hablar de una Constitucion en serio, debemos revisar a fondo las posibles pugnas de derechos, como (por solo mencionar algunos ejemplos) ciertas prácticas culturales mapuches y Rapa nui en las relaciones hombre-mujer, que pueden contrastar con el derecho a decir no, que agrupaciones feministas han evidenciado como una legítima bandera de lucha. Parecen temas inconexos, pero no lo son y no pueden soslayarse. Asimismo, las transacciones aymaras propias de una cultura ancestral que, aunque obligada, se ha visto hoy impulsada a negociar con ciertos recursos naturales de manera tal, que harian poner el grito en el cielo a ciertos grupos ambientalistas.
Estas complejidades superan el conocido esquema escolar de la piramide de maslow, aunque nos ayuda a distinguirlas gráficamente. Poner de acuerdo la diversidad de demandas sociales asentadas en el pasado con un plan de futuro que garantice libertad, seguridad y equidad es una tarea fina y fuerte a la vez. Por lo menos si queremos escribir una Constitucion de todos y para todos.
Considero que aceptar ciertos principios que he denominado de mayor densidad (por llamarlo de algun modo) que dicen relacion con la humanidad que nos une, con lo bueno y malo que ello significa, deben constituir la base sólida donde se asiente el edificio Constitucional. Responsabilidad, respeto, solidaridad y empatia son necesarios para hacer una estructura confiable pero no confiada. Una Constitucion no ideológica, plena de libertades, abierta sí a los principios circunstanciales (de menor densidad) pues son siempre transitorios, pero no al punto de convertirse en una camisa de fuerza que impida ressolver las cuestiones mas básicas de la piramide aludida.
Debemos estar conscientes de que la corrupción y la mala fe existen. Reales y eficaces frenos y contrapesos y fiscalizaciones sin creer en mesianismos o vicariatos estatales son una parte fundamental, a mi entender, de esta noción. Hay mucho que trabajar, necesitamos una Constitucion en serio, con instituciones, derechos en serio como los llamaba R. Dworkin, pero ademas con deberes en serio y sin perder los matices, como decia G. Deleuze, pues es precisamente en los detalles interpretativos donde podremos retomar la sensatez natural,aquella en que dignidad implica deber, respeto y responsabilidad.
Rodrigo Muñoz Ponce
Abogado