Los espíritus que coronaron al Midas de la comedia negra
"Los espíritus de la isla", cinta de Martin McDonagh ganadora en los Globos de Oro, se estrenará el 2 de febrero en salas chilenas. Es la historia de dos amigos que beben cerveza y pronto se pelean a muerte.
Por Andrés Nazarala R.
Irlanda, 1923. La Guerra Civil aún no termina. Colm Doherty (Brendan Gleeson) y Pádraic Súilleabháin (Colin Farrell) -amigos inseparables- beben todos los días cerveza negra en un bar de la isla ficticia de Inisherin. Colm es mayor y tiene pretensiones de compositor. Pádraic vive junto a su hermana Siobhán (Kerry Condon) y sólo aspira a ser una buena persona.
Un día como cualquier otro, Pádraic pasa a buscar a Colm para otra tarde de conversaciones y cervezas en el bar, pero éste no lo quiere ver. Tratando de entender qué es lo que sucede, y si acaso hizo algo mal, el despechado se acercará a su amigo para ser rechazado nuevamente. No hay motivos claros. Colm simplemente ha decidido no juntarse más con él. El pobre Pádraic se verá atormentado por un aparente motivo: tal vez él es muy simple e intelectualmente limitado para un hombre que de pronto decidió dedicar su vida a componer una gran obra que pueda funcionar como su legado después de la muerte.
"Los espíritus de la isla", cuarto largometraje del cineasta, guionista y dramaturgo Martin McDonagh, alimenta de forma magistral una premisa que en manos de otros hubiese resultado insostenible. No sólo eso. También la tensiona, conduciéndola hacia una negrura en ascenso que nunca expulsa su cometido cómico. Cuando Colm amenaza que se mutilará un dedo cada vez que Pádraic le hable, el infierno se desata y el filme se convierte en una suerte de fábula sombría.
A diferencia de Quentin Tarantino, a quien nombró como una de sus influencias cinematográficas, McDonagh no ofrece nunca un golpe de efecto vacío. La violencia de su cine es siempre emana de la profundidad de sus reflexiones y el dilema existencial de sus personajes. En la magistral "Perdidos en Brujas" (2008), el personaje de Colin Farrell entra en una crisis existencial después de haber matado accidentalmente a un niño. Esto ocurre en la ciudad belga, un lugar de cuentos que contrasta con los impulsos suicidas del personaje. En "Tres anuncios por un crimen" (2017), la horrible violación y asesinato de una adolescente es el punto de partida de una "dramedia" que circula en torno a la inoperancia policial.
Todo puede ser una comedia en el universo de McDonagh. Lo importante es que al fondo yace siempre un sustento humano y emocional. Y una reflexión sobre el mundo. En el caso de "Los espíritus de la isla", la cavilación apunta a la trascendencia ("nunca nadie ha destacado por ser buena persona", le dice Colm a Pádraic en una escena), el aislamiento del artista, lo que dejamos después de la muerte. Mientras tanto lejos en el horizonte, se desata una Guerra Civil que puede funcionar como un correlato del conflicto entre estos dos hombres tristes.
Que la película haya acumulado premios en los Globos de Oro indica que este año se privilegió el cine por sobre los discursos. "Los espíritus de la isla" es un cuento desesperanzado que deja un sabor amargo en el paladar.