Editorial
Ley de Convivencia Vial
Hace sólo unos días, la Ley de Convivencia Vial cumplió 4 años. En su momento, se pensó que sería un marco regulatorio que permitiría avanzar definitivamente hacia una mayor diversificación en los modos de transporte, garantizando la seguridad y el fomento del uso de los llamados "ciclos".
La Ley de Convivencia Vial, que en rigor es una modificación a la ley de tránsito para incorporar indicaciones relacionadas precisamente con la convivencia de los distintos modos de transporte, contenía una serie de disposiciones que definían espacios para la circulación de los ciclos por vías especialmente habilitadas para estos medios de transporte, como también exigía que los usuarios de bicicletas y vehículos similares respetaran normas del tránsito generales y específicas, cumpliendo medidas de seguridad.
Lo mismo se exigía de los conductores de vehículos motorizados, quienes en vías conde no hubiera ciclovías, por ejemplo, debían mantener una distancia de seguridad con los ciclos. Y definía que los ciclos debían estacionarse en lugares especialmente habilitados.
Sin embargo, cuando se analiza lo que disponía la ley y se ven los avances actuales, evidentemente es muy poco lo que se ha hecho. Para citar sólo caso de Arica, en cuatro años apenas sumó espacios para ciclos con "ciclobandas de emergencia", algunas de las cuales tuvieron que ser retiradas.
En estos momentos, después de más de seis años, recién se están realizando mantenciones a las antiguas ciclovías de la ciudad, las que evidencian el paso del tiempo y la falta de mantención.
En otro aspecto, la fiscalización al respeto de la distancia que deben mantener los automovilistas respecto de los ciclos es prácticamente nula, lo que hace que la ley sea letra muerta en ese sentido. Y junto con ellos, el comportamiento de muchos ciclistas y usuarios de ciclos, da cuenta de un permanente desconocimiento de las leyes del tránsito básicas. Aquello sin contar las actitudes irresponsables y hasta temerarias de otros tantos.
La evidencia da cuenta de que todavía se necesita un cambio cultural transversal, para que esta ley realmente funcione.
"Cuatro años han pasado desde que apareciera esta nueva figura sin que hasta ahora se vea avances dignos de destacar".