"La muerte de mi madre disparó mi escritura"
La autora argentina María Negroni presenta "El corazón del daño", un libro sobre las madres que devoran emocionalmente a sus hijas y cómo ellas intentan sobrevivir y salir aleteando.
Por Valeria Barahona
Más de un centenar de páginas de "odio destilado" hacia las madres escribió la académica trasandina María Negroni en "El corazón del daño". Mezcla de novela y ensayo, explora la relación radiactiva de una madre y su hija escritora. Cómo se devoran y vengan la una de la otra, a través de reflexiones como "mi vida no es mi vida sino un contrapunto de la suya, por qué nada de lo que hago le alcanza", dice la mujer más joven. La mayor afirma que "esta es mi casa y mando yo. Si no te gusta, te vas", a lo cual la hija responde que "así yo circulaba por tu casa, sin ningún centro de gravedad, como una refugiada".
En la novela, la protagonista cuenta cómo atraviesa sus días, la posterior carrera literaria marcada por las migraciones en busca de becas, junto a su propia maternidad y la muerte de su progenitora. En plena agonía, "te preguntaba adentro: ¿Comiste lobo? Como si fuera a sublevarme. Qué esperanza. Enseguida obedecía. Como antes y después, como la hija modelo y lisiada que era, como la nena más dulce del mundo". Luego afirma: "La literatura es una forma elegante del rencor".
-Al publicar "El corazón del daño", ¿cómo te relacionas ahora con el fantasma de tu madre?
-No escribí un libro sobre mi madre ni sobre el fantasma de mi madre. Al menos, no es eso lo que me propuse. Es cierto que fue la muerte de mi madre lo que disparó la escritura, pero el libro intenta, creo yo, ir mucho más lejos. El significante "madre" funciona aquí como un doble origen: el del cuerpo y el de la palabra. Es, a la vez, el útero y la biblioteca. La Madre, dice la narradora, es "la dueña del lenguaje". Por eso la invoca, la asedia, la interroga. "Te estoy haciendo una pregunta inmensa: este libro", dice.
"A ver si puede comprender cómo llegó hasta aquí, cómo se transformó en la escritora que es. En este sentido, el libro sería una suerte de novela de formación, una arqueología de la escritura y un retrato de la intimidad, puesta al servicio de una filosofía del lenguaje", añade.
La hija cuando va a publicar una novela siente "una culpa atroz", porque "mi madre detestaba la insolencia, sentía horror del qué dirán y juzgaba de muy pésimo gusto ventilar intimidades ¿cómo presentarle un hecho consumado?". Por esta razón, ella decide "que lo mejor era avisarle y le di un ejemplar, apenas salido de la imprenta, con esta dedicatoria: 'Espero que puedas leerlo como un libro. De lo contrario, habré fracasado como artista'". Pasan los días y recibe un sobre en conserjería con solo una nota: "Se oyó decir a la madre que la hija sufre todavía. Cuánto lo siento".
Esas MADRES TÓXICAS
A razón de esto, la becaria de la Fundación Guggenheim y también autora de "Cuaderno alemán" -publicado en Chile por editorial Alquimia- establece una genealogía de las madres tóxicas en la literatura, como la de Simone de Beauvoir, cuya hija y teórica de "El segundo sexo" dice que la visitaba con frecuencia y "me prometía a mí misma que esta vez procuraría entenderla. Cinco minutos después, me había dado por vencida. Sus frases me sacaban de quicio como cuando, a los veinte años, trataba de embarcarse en temas íntimos conmigo". O la de la poeta Alejandra Pizarnik, quien sostiene que "quiero a mi madre, pero cargar con su vida implica inmolarme. Y claro que me inmolo. Por supuesto que me doy en holocausto".
-¿Por qué no se "mata a la madre"?
-Esta pregunta lleva a un terreno literal muchísimo más complejo. Por otro lado, cuando a Henry James le preguntaban por qué había muerto el niño Miles al final de "Otra vuelta de tuerca", respondía: No lo sé. Todo lo que sabía lo escribí. A mí me ocurre lo mismo.
-¿Solo amamos lo que es capaz de dañarnos?
-No sé, ojalá que no.
-En el libro dices que "la vida es un viaje hacia la nada y la escritura un atajo". ¿Escribir es autodestruirse?
-Otra vez, espero que no.
-En entrevistas anteriores has dicho que la soledad es el lugar desde el cual escribes. ¿Cómo se vio afectado ese espacio mental por "El corazón del daño"?
-La soledad es esencial para escribir. (James) Joyce ("Ulises") incluyó la soledad, o el silencio, lo que viene a ser lo mismo, cuando acuñó su célebre triple requisito para escribir: silencio, exilio y astucia.
Porque el arte, sostiene Negroni citando al filósofo Theodor Adorno ("Teoría estética"), "no es de orden ideológico sino pulsional. Ninguna reglamentación le sirve. Ninguna militancia", salvo la de los propios sentimientos y daños. "Todo lo que digo acabará hiriéndome", agrega la voz narrativa que atraviesa "El corazón del daño" y cuestiona a su madre sobre si "¿yo te resultaba extraña y por eso me atacabas? ¿Me mirabas como envidiosa y desconfiada? ¿Por qué competías conmigo? ¿Por qué te obedecí toda la vida? ¿Le debo esta zozobra a la escritura? Aparte de eso, me pregunto si alguna vez seré capaz de hacer las paces, si podré honrarte lo suficiente, librarte de mi incompetencia en todas las áreas".