"Top Gun: Maverick": los vaqueros también vuelan
La secuela de la película de 1986 ha sido un éxito mundial. Tom Cruise vuelve a interpretar al capitán Pete "Maverick" Mitchell. Una segunda parte consciente de su naturaleza que supera a la apuesta original.
Por Andrés Nazarala R.
Si hiciéramos un escrutinio crítico del cine comercial de los años 80, pocas películas se salvarían. "Top Gun" (1986) no estaría entre ellas. Maniquea, hiperbólica, militarista y patriotera en tiempos de Guerra Fría, el éxito de Tom Cruise entra en la categoría de aquellas obras que son rescatadas por la cultura pop pero se destiñen con el tiempo.
¿Cómo se procede, entonces, con una secuela capaz de capitalizar el universo de la primera apuesta sin repetir sus errores? Esta es una pregunta que seguramente se hicieron los responsables de "Top Gun: Maverick", blockbuster que por estos días revienta los cines del mundo, incluidos los de Chile.
Es posible imaginar que, en una reunión de equipo, uno de ellos -quizás el productor o el director de fotografía (el chileno Claudio Miranda)- habrá mencionado las posibilidades visuales que otorga la tecnología y, cómo no, el presupuesto de 150 millones de dólares. Tom Cruise probablemente manifestó su deseo de seguir siendo el héroe de acción de los 80 sin que la edad lo relegue a un rol menos activo.
Todos ellos fueron consentidos, porque Cruise parece un adolescente en su edad más vigorosa y las escenas aéreas son asombrosas y no dan tregua. La mejor, de hecho, está al comienzo de la película, cuando Maverick desafía las órdenes de sus jefes y lleva un avión de prueba al extremo de la velocidad.
Las palabras más valiosas en el desarrollo del proyecto cinematográfico seguramente las tuvieron el director Joseph Kosinski y el equipo de guionistas compuestos por Ehren Kruger ("Dumbo"), Eric Warren Singer ("Escándalo americano") y Cristopher McQuarrie ("Jack Reacher"). Porque "Top Gun: Maverick" no es mejor que la precuela por sus efectos especiales ni el físico de Tom Cruise. Lo que marca la diferencia es su simpleza argumental en tiempos de complejidades fallidas. Y, una pizca de humanidad que la cinta anterior no tenía (es conmovedor ver de regreso a Val Kilmer, actuando a pesar de padecer una enfermedad que lo sacó del cine), su distanciamiento de la propaganda ideológica de la administración Reagan y la consciencia absoluta de su propia naturaleza de megaproducción pensada para llenar butacas.
¿Qué esperamos de un blockbuster? Acción, romance, gente linda, tensión narrativa, humor, finales redentores. Todo eso está en la película.
La estructura del western -eternamente usada en Hollywood- funciona para accionar el viaje del héroe. Es que por su comportamiento, Maverick es enviado a Top Gun, su antigua escuela, con el fin de entrenar a jóvenes. Es la clásica historia del forastero que llega al pueblo y enamora, cómo no, a la chica de turno (Jennifer Connelly). Ahí encuentra también obstáculos, antagonistas y las complejidades de una misión peligrosa. No hay aquí nada impredecible ni fuera de lugar. Todo sigue la lógica del blockbuster.
Cruise y compañía establecen un acuerdo tácito con un público que busca emociones. Eso es "Top Gun: Maverick" y probablemente también lo fue "Top Gun" en su momento. Sólo habría que ver cómo envejece esta secuela en 36 años. El peor enemigo del cine comercial es el tiempo.
En resumen
"Top Gun: Maverick" fue presentada en Cannes.