Editorial
Trabajar por la paz social
El lamentable baleo que sufrió una joven periodista en el Barrio Meiggs, en la capital, son el reflejo del clima de crispación, de inseguridad y de molestia que reina en gran parte de la comunidad. Pensamos que esto no podría pasar, que en algún momento hubiera enfrentamiento entre chilenos y menos que se recurriera al uso de armas de fuego.
Lo detalles del hecho son investigados, pero lo preliminar indica que un adulto utilizó una pistola contra manifestantes que avanzan en un camino de destrucción que venía cuadras atrás. El autor del disparo -detenido y no confeso- sería un vendedor ambulante del sector quien recurrió a esa medida extrema para defender su mercadería y sus instalaciones callejeras.
Justificación no tiene. Sus excusas de defensas podrán entenderse en un contexto distinto al ocurrido donde permanece en riesgo vital una joven que cubría las manifestaciones el 1° de mayo. Ese hecho transforma todo, porque la vida de una persona no puede ponderarse con el daño material que pueda sufrir alguien.
Atendido ello, también es bueno reflexionar sobre el clima de violencia. Ya lo habíamos comentado con antelación, citando incluso al Presidente Gabriel Boric respecto a la inconducente que es recurrir a hechos violentos para visibilizar las distintas demandas. Lastimosamente esas prácticas ya están instaladas y forman parte de una conducta que se asume en el poco respeto a nuestros semejantes.
En esos casos hay violencia, pero la escalada va mucho más allá. Lo que vivimos como país es una sensación de inseguridad y de la perdida de respeto a las leyes y a las autoridades que velan por su cumplimiento.
Carabineros -otrora institución señera y respetada- hoy no goza de ese respeto. Las razones pueden ser evaluadas desde los casos de corrupción y de los excesos ocurridos en manifestaciones antes y después del estallido. O también por ser el agente represor de un Estado que reconocen los oprime y los vapulea.
Ese es el panorama en el que los desenvolvemos a diario y que tiene que cambiar. Lo primero es condenar la violencia en todas sus formas y poner por delante el valor de vivir en paz. Resolver los problemas urgentes y entregar esperanza para lo que viene.
"Lo que vivimos como país es una sensación de inseguridad y de la pérdida de respeto a las leyes y a las autoridades".