Editorial
Problemas de convivencia
A solo pocas semanas del retorno paulatino a la llamada normalidad también regresaron las trancas que como sociedad padecemos hace años. Muy similares a las que desataron el estallido social y que se agudizaron durante la pandemia con las cuarentenas y restricciones.
La falta de empatía, la intolerancia, egoísmo e irascibilidad ante la más mínima provocación ya son pan de cada día. La salud mental está deteriorada y también no nos hemos sacudido de los problemas que hacen difícil la convivencia.
Somos cada día más violentos, defendemos nuestros derechos pero no respetamos los de nuestro prójimo. Reclamamos contra lo establecido y tenemos poca capacidad para sugerir salidas a los problemas, seguimos esperando que las soluciones lleguen desde el Estado, desde la autoridad y en el intertanto salimos a protestar o manifestarnos de la manera que mejor nos parezca, si hay daños a terceros no importa porque es parte del costo que existe en la búsqueda de nuestras demandas.
Y esa molestia se trasunta a las calles cuando tratamos de convivir en espacios comunes.
Las escuelas y su retorno a la presencialidad viven a diario episodios conflictivos. Los estudiantes se enfrentan en los recintos escolares y en sus inmediaciones. Los ánimos se exaltan y los conflictos se repiten sin mucho que hacer.
En las vías automovilísticas sucede algo parecido. Golpes y ataques a los vehículos por discusiones sobre la ley de Tránsito y quién estuvo mal.
Los especialistas psicólogos y psiquiatras anticipaban que viviríamos un fenómeno de esta naturaleza. Hablaban que deberemos pasar por un período de readaptación hasta mejorar la convivencia. Los confinamientos no solo dañan la interacción entre personas, también crean enfermedades mentales que suelen expresarse al momento de salir de los encierros.
Eso es lo que hoy ocurre, según los expertos, por lo que tendremos que armarnos de paciencia y aprender nuevamente a relacionarnos. Esa es la mirada optimista, porque hay quienes aseguran que será un proceso largo, porque la pandemia lejos de ayudarnos a convertirnos en mejor personas, dejar nuestros egoísmos y pensar en bien común, solo acentuó nuestras diferencias.
"La falta de empatía, la intolerancia, egoísmo e irascibilidad ante la más mínima provocación son pan de cada día".