Editorial
Caos vial y más de lo mismo
Hacía ya casi dos años que Arica no se enfrentaba a un desafío que a estas alturas tiene de manera permanente en términos urbanos y de calidad de vida, un desafío que con el tiempo y el paso de los años ha sido cada vez más exigente. Se trata del estrés vial que, a estas alturas, ya es un problema crónico para una ciudad que apenas supera los 200 mil habitantes
La pandemia se instaló en Arica casi al mismo tiempo en que se iniciaban las clases en el año 2020, un periodo que también marca el inicio de los mayores problemas en el tránsito. Con la llegada del coronavirus, las clases se suspendieron y no sólo eso. La población se confinó y durante meses desaparecieron de las calles los tradicionales pero no menos insufribles atochamientos.
Sin embargo, conforme la situación sanitaria del país se fue estabilizando, la gente volvió a salir de sus casas y no precisamente a pie o en bicicleta, sino que nuevamente en los vehículos particulares. El problema se debió también sustentado por la falta de locomoción colectiva, que perdió muchos choferes debido al escenario negativo que significó a este rubro la pandemia y las cuarentenas.
La suma de todos estos factores está instalando un panorama distinto. Si bien se trata de un hecho que tiene que ser debidamente estudiado y medido, anteriormente los atochamientos se daban en lugares y horarios puntuales. Sin embargo, hoy son más extensos y en más lugares.
Así lo han constatado, por ejemplo, algunos conductores de la locomoción colectiva. Con un parque automotor que ya se acerca a los 90 mil vehículos, en una ciudad de poco más de 200 mil habitantes, la gestión vial en Arica es un desafío que requerirá soluciones profundas y sustentables.
En otras palabras, no se puede hacer más de lo mismo ni esperar que sea Carabineros quien termine por asumir el control del caos vial que se da en ciertos momentos del día. Es imprescindible que se promuevan nuevos modos viales, que se haga respetar "en serio" la exclusión de estacionar en algunas calles y que el transporte colectivo sea verdaderamente una alternativa.
"El fin de las cuarentenas y el retorno a clases dejó a las calles de Arica evidenciando el desbordado parque automotor".