Secciones

  • Portada
  • Actualidad
  • Deportes
  • Clasificados
  • Tiempo Libre
  • Estrellas
  • Contraportada

Literatura privatizada

E-mail Compartir

Mientras la literatura no se privatice, no hay desarrollo posible. En nuestra literatura posera, global y socializante, lo que hace falta son vidas privadas y sentimientos privados. Si la idea de uno es ayudar al prójimo y apostar por lo colectivo, entonces, la mejor opción quizás es contar historias privadas que ojalá sean tan eficaces y emocionantes para llegar a provocar un cambio. Pero, si el resto de la sociedad no desea ese cambio (porque no le gustó o no está preparado o lo que sea), que ese no sea el motivo para frenar la creatividad. Los grandes novelistas (y los artistas en general) tienen el don de poseer una confianza irracional en su obra (aunque no necesariamente en sí mismos). Creen que el mundo se interesará por algo que ni siquiera sabe que existe. Los novelistas deben ser como los más viles de los empresarios: deben querer vender, creer en su cuento y dejar de lado todo con tal de sacar adelante el negocio. El que tiene moral de empleado nunca será un gran novelista. Se necesita de mucha determinación, una buena cuota de obsesiones y un ansia inagotable para vencer las más inconcebibles contrariedades. Se tiene que ser engrupido y aventurero y, para transformar el éxito en notoriedad, se necesita estar en el lugar adecuado y en el momento adecuado. Además, debes desconfiar de todo y de todos y estar dispuesto a quedarte solo, pero con algo de obra. O con una obra que pueda mirar hacia atrás sin que te provoque pavor. Un novelista que desee ganar premios sirve tanto como un empresario que quiera ser condecorado por la Iglesia.Esas cosas llegan solas. O no llegan. No todo es ser traducido. El idioma más codiciado debe ser el propio (o en el que escribes, como es mi caso) y es ahí donde debes lograr que te lean, que te subrayen, que te presten atención. Un escritor, al final de cuentas, es un crítico y la gente lee sin darse cuenta de su crítica.

"Rebalsar la piscina mental"

E-mail Compartir

LA PYME de fuguet

-Gran parte de tu libro trata sobre literatura norteamericana. ¿Qué fue lo que te acercó a ella inicialmente?

-Es mi lengua materna. Es el país donde me crié hasta los 11 años. Desde luego aquellos de habla hispana mayores que yo (los del Boom), incluso me dan ganas de revisar a mis contemporáneos ligados a McOndo. Pero este libro es lo que es y me gusta su arbitrariedad. Quizás una de las cosas de lo norteamericano es que, por lo general, tiende a ser pop y se acerca a la vida y a las emociones y no solamente a ejercicios de estilo o viajes por las ideas.

-Sobre la pregunta anterior, ¿con qué libro recomendarías a alguien iniciarse en la literatura norteamericana?

- Quizás algunos de los que aparecen en el libro. O de los que no aparecen: Stephen King, Charles Bukowski o John Cheever. Fijarse en el final de mi libro: en los agradecimientos a cientos que pueden remecerte.

-"Los novelistas deben ser como los más viles de los empresarios", dices al comienzo de Rebalsar la piscina mental. ¿Cuánta relación crees que hay entre mercado y literatura, entre novelista y emprendedor?

-Más que con el mercado, porque uno de los mitos es que los escritores son parte de él y ganan mucho (siendo que aquellos que triunfan son la excepción), es que los autores deben imitar a los empresarios canallas en la confianza ciega que ellos tienen de sí mismos (un empresario inseguro va rumbo al cadalso) y ese deseo que tienen de alterar el paisaje al influir con "su producto". Un artista puede aprender ciertas cosas y los autores experimentales, alguien como Diamela Eltit por ejemplo, lo han entendido bien: es posible encontrar un nicho. Y que más que lectores, lo que les interesa es que los lean y aplaudan los críticos. Yo soy de otra estirpe: deseo que me lean lectores que sientan la necesidad de consumir historias o conectar con un tipo de personajes. Todo nicho tiene sus reglas. Por ejemplo: el del autor académico (que vive de la academia o talleres o becas) es tan válido como aquel que escribe best sellers. Yo me siento más ligado a una pyme, porque todo depende de mí y debo arreglármelas solo. Y si escribir no es emprender, no sé lo que es. Es una suma de riesgo, tesón, confianza, disciplina y suerte.

-Tu libro fija también su punto de mira en el aburrimiento que te produce cierta crítica: los llamas "lateros", o la "pseudo inteligencia académica". ¿Por qué crees que hay una inclinación tan grande en hacer "aburrida" la literatura?

-Falta de talento. Incapacidad de goce. Creer que escribir es un acto cultural o intelectual y no físico y, en algunas ocasiones, espiritual. Mucho daño o represión personal o inteligencia puede servir para muchas cosas en el campo cultural, pero no para crear. Hay básicamente dos razones: incapacidad de soltarse y, dos, un cierto pudor para no quedar expuesto o, peor, de aparecer como frívolo o no intelectual. Otra posibilidad: la gente latera escribe cosas lateras. Y nada te protege de la cancelación o crítica si el resto no te entiende o tienes esa pulsación extraña, que es querer escribir, pero que no te lean. Es como aquellos que desean ir a una playa nudista a mirar, pero no están dispuestos a desnudarse.

-Tu libro también se acerca a varios autores chilenos. Es una elección bien ecléctica, que va de Pablo Illanes a Álvaro Bisama. ¿Cómo crees que ha sido el derrotero de la narrativa chilena en los últimos años?

-Yo no soy crítico literario ni lo he sido. He escrito de algunos autores locales. Y hay de todo, existe un abanico con todas las posibilidades. Y ahí puedo optar por los que me interesan o provocan más. No ando intentando destrozar autores, sino entenderlos, y ver las conexiones que tienen conmigo. Me di cuenta -además- que he escrito de autores que se han reseñado poco o que aún no han sido canonizados o que son lo suficientemente nuevos para no saber si resistirán el paso del tiempo. Es apostar, mirar, es no irse por lo típico. Es cierto: podría escribir de autores muertos y ya canonizados. Me parece más arriesgado y divertido apostar por otros y ver si al final estaba en lo correcto o me equivoqué.

"Alberto FuguetEdiciones UDP 208 páginas $13.500

viene de la página anterior