Editorial
Un fracaso del fútbol chileno
El fútbol chileno dio síntomas de una enfermedad de la cual no ha podido sanar. La violencia volvió a ser la protagonista en un juego, esta vez, en la definición de la Supercopa de Chile, que disputaron Colo Colo y la Universidad católica, en el Estadio Ester Roa Rebolledo de Concepción.
Mientras se desarrollaba el primer tiempo del partido, un grupo de aficionados de ambos clubes se trenzaron en violentas agresiones que dejaron al menos un herido de consideración y, hasta la noche del domingo, 22 detenidos, de acuerdo a la información entregada por carabineros.
Según el reporte policial, los detenidos incluyeron dos personas por porte de arma blanca, dos por bengala, cuatro por desórdenes y otros cuatro por tener órdenes de detención vigentes. Fueron estos individuos, más otros que probablemente no puedan ser aprehendidos, quienes empañaron una jornada en donde debió brillar el fútbol por sobre todas las cosas.
Resultó muy triste, pero al mismo tiempo indignante, ver como familias, mujeres y niños pasaban minutos de temor debido a la violencia de la cual eran testigos en este recinto, por parte de mal llamados hinchas del fútbol.
De igual manera, no sólo extraña sino que provoca una profunda molestia ver que nada de lo que se ha hecho para erradicar la violencia en los estadios realmente ha dado resultados. El mismo club Colo Colo ya había registrado un episodio similar en el último partido que le tocó jugar en el marco del torneo pasado, cuando cayó en Antofagasta y en donde algunos de sus barristas terminaron por destruir cientos de sillas del estadio Calvo y Bascuñán de la "Perla del Norte".
El Estado, los clubes, la dirigencia del fútbol en general han fracasado a la hora de dar seguridad en los estadios. Es tan fácil como advertir que los personajes violentos y en algunos casos, simplemente delincuentes siguen asistiendo a los recintos deportivos con total libertad.
En medio de este fracaso, para la historia quedará el triunfo merecido de Colo Colo por 2 goles a cero sobre los Cruzados, que le valió levantar la Supercopa del fútbol chileno.
"La violencia en los estadios es una enfermedad que ni los clubes, ni la dirigencia ni el Estado han logrado resolver".