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que le gusta podar todo: a mí no. Creo que lo del verano es porque uno ve más carne, pero eso funciona más para los hombres. Quizás el ánimo es lo más atractivo.
-En Instagram compartes muchas fotos de plantas. ¿Tiene algo erótico?
-La vida y la muerte, es lo mismo. Eros y Tánatos, como dicen los siúticos.
-No hay Eros sin Tánatos.
-Es verdad. Y los olores, las abejas. Zizek dice que las plantas están copulando frente a nosotros y no nos damos cuenta.
-Pasar por una estela de polen es como que te lo tiren en la cara.
-Es afrodisíaco, pero no hay nada más estimulante que las palabras y la mente.
-Citas al cantante y escritor australiano Nick Cave ("La Muerte de Bunny Munro") para mostrar el deseo como motor de la creación ¿se puede hacer arte sin deseo?
-Parece que no. Por eso muchos artistas terminan autodestruyéndose. Tienen una sensibilidad tan alta que con un brocha y par de colores te pueden dejar pasmada, y no entiendes por qué. Comunicar esa sensibilidad, por lo que averigüé para el libro, tiene mucho que ver con el deseo. Y (el poeta Claudio) Bertoni ("El cansador intrabajable") dice que él lo sublima escribiendo. Asimismo, hay arte con el que no te pasa nada y tal vez puede estar fallando el deseo del autor.
-¿Qué piensas de esas pequeñas transgresiones como el sadomasoquismo? ¿Son posibles hoy?
-Que cada quien haga lo que quiera mientras estén todos de acuerdo. Habrá comunicación, no sé, si te amarra una mano y le dices que no te gusta, se acaba el juego. Tiene una progresión que partirá con una mirada… Hay algo que parte siendo químico, como cuando estás frente a un hombre y a mí me gusta y a ti no, quizás no hay una explicación razonable a simple vista. Luego se necesita confirmar si al otro le pasa lo mismo, y ver que si esa situación va progresando. Lo que sí hay que revisar si estás permitiendo que te hagan cosas que no quieres hacer. Igual ustedes los millennials le meten mucha teoría a algo que se resuelve de forma simple. Creo que las nuevas generaciones están enredando las cosas más de lo que ya son. No sé en qué va a terminar esto, capaz que esté súper bien que haya nuevas normas y se van adecuando, pero para nosotros, los de antes, es rarísimo. Nadie de mi generación dice 'no te pago la cuenta porque eso es antifeminista': si te la pagan dices 'gracias' y listo, se acabó. Ustedes a esos detalles que son como de cortesía le dan una visión política, lo que hace todo más aburrido, menos libre. La libertad está en extinción.
-Lo personal es político.
-Para un libro de teoría está bien, pero si alguien te invita algo o te dice que bien te queda esa blusa: si te parece desubicado el comentario lo paras, pero armar toda una teoría sobre eso, en la vida diaria, no en los libros, que están para eso, es complejizar demasiado algo muy simple. Como dice Siri Hustvedt ("Una súplica para Eros") que cuando abraza un libro de teoría feminista igual tiene puestos los jeans apretados, está maquillada y mira a los hombres con ardor. Vivamos más.
-Simone de Beauvoir ("El segundo sexo") igual tenía sus temas.
-Le escribía (a Jean Paul Sartre) que estaba en la cantina y acababa de dormir con no sé quién, "pero quiero estar contigo": ahora es mal visto hacer algo así, y ella escribió teoría feminista.
-Como dice Juan Sklar ("Garche"), "no soy mi tesis, soy mi conflicto".
-Imagínate hoy en lo que puede terminar una carta como las de De Beauvoir: en un juicio. Si alguien comete un delito, está bien que vaya a tribunales, pero eso de que ahora "todo puede ser usado en tu contra" lo encuentro terrible, no te puedes arrepentir de nada. Por eso no tengo Twitter. Ayer me hackearon el WhatsApp, así que alguien está leyendo mis intimidades.
"Ustedes 'los millennials' le meten mucha teoría a algo que se resuelve de forma simple".