Editorial
Como un espejismo
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) alertó hace sólo unos días que la emisión de gases de efecto invernadero podrían causar un aumento de la temperatura del planeta de 2,7 grados centígrados en este siglo, muy por encima del objetivo de 1,5 grados respecto de la era preindustrial.
La advertencia fue publicada por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) en su "Informe sobre la Brecha de Emisiones" de 2021, a días del inicio en Glasgow, Escocia, de la Conferencia de la ONU sobre Cambio Climático (COP26), que ya se encuentra en marcha y que busca enfrentar de manera global la crisis ambiental.
Según el documento, las emisiones previstas por los Estados y las medidas de mitigación anunciadas son aún insuficientes para conseguir el objetivo marcado por el Acuerdo de París (2015), sobre limitar el aumento de la temperatura durante este siglo por debajo de 2 grados e, idealmente, a 1,5.
El problema es que para alcanzar esa meta, sería necesario una reducción adicional anual, por encima de los compromisos actuales, de 28 gigatoneladas de equivalente de dióxido de carbono; una medida cuyas siglas en inglés son GtCO2 y que sirve para cuantificar la masa de los gases de efecto invernadero con base en su potencial de calentamiento. Lamentablemente el informe estimó que, al ritmo actual, las emisiones globales anuales serán de cerca de 60 gigatoneladas de GtCO2e en 2021.
En este contexto, los compromisos adquiridos por 49 países, junto a la Unión Europea (UE), para alcanzar un estado de neutralidad de carbono , es decir que sus emisiones netas de CO2 sean cero, podrían marcar "una gran diferencia" y reducir el calentamiento del planeta en 0,5 grados adicionales.
Sin embargo, los planes actuales son "muy ambiguos", planteó el documento y recalcó la necesidad para este año de disminuir las emisiones de metano, que es el segundo gas de efecto invernadero que más contribuye al calentamiento global de la Tierra.
La falta de consistencia en estos planes refleja que los cambios profundos en términos ambientales no son aún prioridad para el ser humano.
"La solución a la crisis ambiental pareciera desvanecerse debido a la falta de consistencia de los planes".