Nuevas elecciones

Cuando en el país aún se viven los resabios de la segunda vuelta en la elección de gobernadores y gobernadoras regionales, se nos aparecen rápidamente nuevos comicios. La presidencial que ya está instalada en los medios de comunicación y lo que serán las parlamentarias y votación en la que se elegirá a los consejeros regionales de noviembre próximo.

Los cronogramas fueron alterados por la pandemia pero era conocido que este año sería netamente de campañas y votaciones. Por ello hay poco tiempo para los grandes análisis y estudios. Las coaliciones políticas y la ahora importante fuerza de los independientes tienen que ir de lleno en la preparación de estos procesos.

Y, como lo exponíamos, las presidenciales ya se viven, con las apariciones de los precandidatos de los diversos sectores, quienes lanzan sus campañas y programas de gobierno. Todo ello en la previa de las primarias que habrá en la centroderecha con Mario Desbordes (RN), Sebastián Sichel (Independiente), Joaquín Lavín (UDI) e Ignacio Briones (Evópoli). Además en un sector más de izquierda entre Daniel Jadue (PC) y Gabriel Boric (FA), y con una interrogante en lo que podrá ocurrir en la Unidad Constituyente que podría definir a su candidato (a) entre las postulaciones de la Democracia Cristiana, el Partido Radical y el Partido Socialista en los nombres de Yasna Provoste, Carlos Maldonado y Paula Narváez, respectivamente.

Y otra gran incógnita es que si de aquí a noviembre la ley de voto obligatorio estará promulgada para asegurar una mayor participación. Porque esa es la apuesta de los grandes bloques políticos y legisladores que quieren una menor abstención y una mayor legitimidad a los electos.

El electorado aún se mantiene expectante porque a la fecha las elecciones no logran entusiasmar. Es conocido que elegir presidente o presidenta mueve a los votantes, aunque la pandemia, los contagios y restricciones pone a los comicios en un segundo plano.

El avance de la vacunación, la baja en los infectados y la entrada de meses más cálidos pueden cambiar un panorama, que hoy tiene pequeñas luces, se encienda definitivamente y volvamos a vivir la fiesta republicana que por años nos hizo conocido en el mundo.

"El electorado aún se mantiene expectante porque a la fecha las elecciones no logran entusiasmar".

Coherencia por favor

A propósito de la paupérrima participación en las últimas elecciones, se ha retomado la discusión sobre una moción que presentaron varios senadores a fines del 2019, para volver al voto obligatorio. Se trata de una reforma constitucional, de manera que ahora es discutible la pertinencia de tratar (siquiera) esta reforma.

Hay que notar que el voto voluntario, se estableció, entre otras razones, para facilitar la participación de sectores de la comunidad (especialmente jóvenes) que era decreciente. La discusión devino en una de fundamentos; ¿el voto es un derecho o un deber?. Como muchas discusiones normativas, esta no es concluyente (i.e. Carlos Peña, La Estrella, 16 de junio) y, además, tiene aristas prácticas no observadas. Por ejemplo, el financiamiento de los partidos políticos, es función de los votos obtenidos, de modo que si aumenta la votación también aumentarán los recursos para los partidos.

Pero este tema no se ha tratado de manera integrada. Así, si el voto es un deber, entonces los no votantes incurren en una falta que debiera ser sancionada. Sancionar a millones de personas no es difícil, y requiere decisión política.

El voto voluntario lleva a elegir autoridades con votaciones minoritarias y se refuerza con los "arrastres" derivados de la eliminación del binominal. La combinación de voto voluntario y representación proporcional resulta en extremismo, fragmentación política e inestabilidad de la autoridad. Si se persiste en mantener estos aspectos, entonces deben normarse las consecuencias; el Estado no puede ser presidencialista y el congreso debe poder disolverse.

Si se cree que hay que "forzar" la participación, entonces, se deben definir nuevas normas de ciudadanía (por ejemplo, un no votante no puede ser electo, ni acceder a audiencias con autoridades políticas, etc.). El financiamiento de partidos no podría depender del número de votos y, ciertamente, debe restringirse la proporcionalidad electoral.

La mezcla de normas produce incoherencia y es lo que se debe evitar.

"Si se cree que hay que 'forzar' la participación, entonces se deben definir nuevas normas de ciudadanía".

Fernando Cabrales,, economista

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