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querido ver en esto la parte afectiva, incluso la parte más morbosa del cuento, pero no es así. Nadie quiere que se haga la radiografía de la vida íntima de Gabriela Mistral. Lo que se quiere dar a conocer es el rasgo tan potente en su actualidad, tan rica en su prosa, en su poesía, y tan increíblemente apasionada en su vida privada. Todas las cartas tienen encanto, todas tienen su pasión por la vida, por su pasión por decir las cosas".
"Epistolera" le llamaba Gastón von demm Bussche a Gabriela Mistral, "un viejo mistraliano amigo mío", al decir del director de la Biblioteca Nacional, quien afirma que "Gabriela era una persona que escribía en promedio 20 cartas diarias: tenía una gran correspondencia. En el legado de la Biblioteca Nacional hay más de 12 mil cartas recibidas, imagínese cuántas habrá emitido ella, cuántas más que se habrán perdido o no se conservaron o no se pudieron recoger. Eso habla del que género epistolar en el mundo, en un momento de la historia. Las cartas eran el medio de comunicación habitual, porque no había fax, no había correo electrónico, solo existía el correo ordinario que todo el mundo ocupaba, era el medio más rápido en ese minuto".
"Era casi romántico", continúa Zegers, "porque uno mandaba una nota en un momento dado, con una percepción del mundo y podía recibir del destinatario otra, porque podía haber pasado semanas en que una carta llegara de un lugar a otro. O un mes, quién sabe. Pasaba que las cartas se perdían, o que llegaban a destiempo. Eso le daba al epistolario de esa época un sabor muy distinto al de la inmediatez que tenemos hoy con el WhatsApp. No tenemos el misterio, la magia que se tenía en esa época", puntúa Zegers.
Desde que trajo el legado mistraliano a Chile, Zegers ha sacado varios libros de Mistral, mostrando distintas facetas de su prosa y cartas. "El legado está digitalizado en pantalla y abierto, hay 10 mil fojas para Chile y el mundo", invita.
Sentimiento en roneo
Alia Trabucco Zerán rescata en su prólogo Gabriela Mistral pintada (y ficcionada) en los muros de Santiago, como uno de los íconos del estallido: con jeans, bototos, bandera chilena negra y pañoleta verde, representando un feminismo moderno. Una nueva Gabriela Mistral. El estallido, entonces, "rompió gráficamente la idea de Mistral como maestra rural que por largos años se enseñó".
Para Daniela Schütte, la correspondencia y otros documentos permiten desplazar la figura clásica construida de Gabriela Mistral, "nos acercan a dimensiones que han sido opacadas por la lectura prejuiciada y sesgada que durante tanto tiempo se hizo tanto de su obra, como de su figura. Mistral construyó un personaje público que logró instalar en un espacio oficial un discurso para minorías. Esa construcción, naturalmente, tuvo un costo y me atrevería a decir que es, a ese costo, al que nos podemos acercar con estos documentos. Y eso es, en mi opinión, valioso pues nos permite situar de mejor forma y con mayor profundidad el lugar desde el que ella escribía".
Respecto a la correspondencia, la investigadora de la Biblioteca Nacional, nos cuenta que la "predilección por la escritura de cartas terminó articulando una parte importante de su producción. Hacia 1934 cuando estaba desempeñándose en Madrid como cónsul de Chile, comienza a publicar sus recados quincenales, que según su misma definición son una especie de 'carta para muchos'".
Del intercambio de cartas, Schütte encuentra especial belleza en una que es de los primeros años. "En una carta de mayo del 49, le dice que está recién 'orillándola' y que tiene 'cogida solo una esquina de quién ella es', es bonita esa imagen de cuando se estaban conociendo. También muchos de los cierres de las cartas resultan conmovedores, 'Te beso, te espero, te busco y te tengo' y, en contraposición, cartas oscuras, melancólicas que nos permiten adentrarnos en la intensidad de esta relación".
Una relación parcial, admite la investigadora. "Es un archivo que fue en primer lugar organizado por Doris, luego pasó largo tiempo guardado y luego donado a la Biblioteca Nacional. Es difícil saber si algún documento no fue considerado al momento de su donación, por ejemplo, lo que sería perfectamente atendible. No obstante, la revisión del material disponible fue bastante exhaustiva y de acuerdo a la propuesta del libro, se incluyeron las cartas que pudieran dar cuenta de la vida que vivió Mistral junto a Doris desde la primera carta hasta el momento de su muerte".
Los documentos digitalizados muestran la letra de Mistral, que la investigadora señala "en ocasiones no es todo lo clara que uno quisiera y además no ayuda que escribiera con lápiz mina y habitualmente en papel roneo".
Para Daniela, lo más complejo fue ordenar las cartas: "Mistral solo ocasionalmente databa las cartas por lo que el trabajo con los sellos postales del correo, no siempre legibles, además de las notas que a veces ponía Doris en los sobres resultó central. Sin embargo, no todas las cartas tenían esta información".
En ese sentido, Schütte fue a veces más que una investigadora literaria, tratando de ordenar los documentos. "Fue entonces necesario armar una especie de rompecabezas para determinar un posible orden. Para esto, lo primero fue identificar marcas de viajes, visitas, lugares, acontecimientos que pudieran situar el momento en el que había sido escrita la carta".
Pero a veces eso no resultaba, y terminaba en otros documentos, revisando "comunicaciones oficiales como memorándum, oficios consulares, telegramas, diarios de la época y otros documentos. Luego, las cartas que Mistral intercambió con otros interlocutores o las cartas que ella recibió en el mismo periodo y que hubieran estado datadas y en las que hubiera alguna coincidencia con estas marcas".
La penúltima posibilidad fue la "revisión de las cartas que Doris intercambió con las personas cercanas a Mistral en ese periodo. Este ejercicio fue muy interesante, no solo en términos de data, sino también, como una suerte de objetivación de acontecimientos externos comentados en las cartas. Y, por último, cuando ninguno de estos caminos condujo a razonables certezas sobre la fecha en la que había sido escrita, el foco fue la continuidad narrativa de los documentos".
"Todas las cartas son interesantes, porque las cartas de Gabriela son expresiones de mucha sinceridad, de apertura de sus sentimientos, de lo que sentía en esos años por Doris".