Trastornos alimenticios en pandemia
La Pandemia que estamos viviendo producto del COVID-19 ha provocado un cambio radical en nuestros estilos de vida, con la finalidad de poder proteger nuestra salud. Cuarentenas, distanciamiento social, establecimientos educacionales cerrados, teletrabajo entre otros factores han forzado la instauración de nuevas rutinas, horarios, costumbres, hábitos de alimentación y actividad física en la población.
Esta nueva realidad a la que nos enfrentamos, requiere de mucha flexibilidad, sin embargo, debemos estar conscientes de que no todas las personas tienen la misma facilidad de adaptarse a estos nuevos escenarios, provocando en ellos diversos sentimientos de incertidumbre, angustia, depresión y ansiedad entre otros. En el caso de la población adolescente, estos cambios incluso han repercutido en la forma de alimentarse y con ello en un aumento de distintos trastornos de alimentación.
La interacción entre los jóvenes en estos tiempos es principalmente por redes sociales, provocando en ellos una sobreexposición importante que también podría afectar la relación con la comida. Como padres debemos estar atentos a algunas señales de alarma como por ejemplo cambios repentinos de humor, aislamiento dentro del hogar u obsesión por la comida, entre otros.
Con la finalidad de poder evitar este tipo de trastornos, es esencial la comunicación entre los padres y adolescentes, procurar entregarles un espacio donde puedan expresar sus emociones dándoles contención y seguridad disminuyendo así su angustia y temores.
Como familia, instaurar hábitos de alimentación saludable y actividad física generarán un factor protector muy potente, promover la ingesta de frutas, verduras, frutos secos, cereales integrales y agua permitirán mantener una alimentación equilibrada aportando sensación de bienestar al individuo.
La invitación es a buscar un equilibrio entre la alimentación y la ansiedad generada por el encierro y el cansancio. El deseo por ingerir alimentos ultra procesados, con alto aporte de calorías, grasas y azúcares debe contrarrestarse con el gasto energético, es decir con actividad física, necesitamos ponernos en movimiento.
Podemos también recurrir a alimentos que nos ayuden a contrarrestar el cansancio y la fatiga, como el cacao, semillas de calabaza, chia, frutos secos, legumbres, espinaca, avena y quinoa, quienes por su rico aporte de magnesio logran actuar a nivel cerebral disminuyendo la ansiedad y estrés.
Mantenernos bien hidratados también es clave, idealmente a través del agua. Considerando que las temperaturas han ido disminuyendo, recurrir a infusiones calientes de algunas hierbas puede ser una buena opción.
Nta. Ma. Cristina Escobar C
Directora Carrera Nutrición y Dietética
UNAB, Sede Concepción