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"También he visto, hasta qué punto la pandemia ha revelado la igualdad en casa, con los niños sin ir al colegio y hasta qué punto la carga del trabajo recae en las mujeres".

mujer, todas las mujeres vivimos en un océano de violencia masculina, como los peces viven en el mar. Y eso tiene un impacto tan grande sobre nuestras decisiones, cambia la forma en la que pensamos sobre nosotras mismas, socava nuestra confianza y la realidad de nuestra existencia. Quería escribir lo que suponía para mí, como una mujer joven que vivía en una atmósfera de amenaza constante, y que se daba cuenta de que nadie decía nada sobre ello y que más bien debía adaptarme al hecho de que los hombres quieren dañar a las mujeres, como si fuera inevitable, inexorable, y no algo que debiera cambiarse".

La condescendencia

"Mansplaning" o "machoexplicación" es un neologismo que se incluyó en el Diccionario de Oxford del año 2014 y se define así: "Dícese de la actitud (de un hombre) que explica (algo) a alguien, normalmente una mujer, de un modo considerado, condescendiente o paternalista". La palabra se le adjudica a Solnit, pero ella ha dicho que la puso una de las millones de mujeres que leyeron online su ensayo.

Frente a la pregunta de cuándo será el día en que "los hombres" dejen de explicarle cosas a las mujeres, Rebecca Solnit sonríe y concede que al menos hoy ya no es tan "fácil ni tan gracioso" incurrir en la "machoexplicación". Que no es "solamente una suposición de que el hombre mágicamente sabe y la mujer ignora. También es la suposición de que los hombres hacen que las mujeres se sientan bien explicándoles las cosas de manera condescendiente. Y, a la vez, ellos se sienten bien porque la mujer está muy agradecida por este gran conocimiento que le ha transmitido el hombre", aclara la autora.

"Cuando empecé a escribir sobre el 'mansplaning', me refería a que existe la suposición de que las mujeres tienen que escuchar mientras los hombres están a cargo, pero esto no es solamente una tontería que pasa en la sobremesa, puede ser una cuestión de vida o muerte cuando una mu

jer dice que hay un hombre que intenta matarla, entonces alguien dice: 'esta mujer es demasiado emotiva está exagerando', pero no, las mujeres mueren permanentemente a manos de los hombres y la comunidad no presta atención a esto", advierte Solnit.

-¿Cuáles serán los retos del feminismo una vez que termine la pandemia?

-Los desastres revelan lo que es más fuerte y lo que es más débil en una sociedad. He visto que la gente ha sido muy solidaria en todo el mundo, mucha de esa solidaridad es impulsada por las mujeres. Y también he visto, hasta qué punto la pandemia ha revelado la igualdad en casa, con los niños sin ir al colegio y hasta qué punto la carga del trabajo recae en las mujeres. Acá en Estados Unidos estamos viendo que las carreras de las mujeres se están destruyendo. En los hogares heterosexuales tienen que desarrollar muchísimo más trabajo que sus maridos. ¿Cómo fomentar la igualdad en el hogar?, ¿cómo fomentar un mundo donde haya mucho más apoyo y el reconocimiento de que el mundo del trabajo tiene que adaptarse a que las personas tengan hijos, independientemente de su género? Esto nos recuerda que, aunque muchas cosas han cambiado para mejor en los últimos 50 años de feminismo, el trabajo tiene que continuar porque queda muchísimo por hacer. Siempre hablamos del feminismo como si fuera tarea solamente de las mujeres, siendo que es un problema que los hombres también deben resolver.

San francisco

Solnit recaló en un barrio deteriorado de San Francisco en 1981 y vivió en un pequeño y hermoso departamento los 25 años siguientes. Recorrer las páginas de los ocho capítulos en que divide el libro, es adentrarse en lo vibrante que era el día y la noche en 'Frisco' una ciudad multicolor y una de las más tolerantes en Estados Unidos.

-Siendo este libro también una carta de amor a San Francisco, ¿cómo ve a la ciudad hoy?

-Antes estaba súper orgullosa de vivir en San Francisco porque sucedieron procesos súper importantes para la historia del país. Ha sido el lugar donde se empezaron a cuestionar muchas cosas. Por ejemplo, la preponderancia de los protestantes sobre la vida política. Se daba más cabida a la mujer en la sociedad, éramos una especie de ciudad salvaje y siempre había un componente latino, español y asiático muy importante. En la Costa Oeste estamos más cerca de Asia que de Europa. San Francisco fue el centro de la liberación gay, somos la cuna también del movimiento ambiental, pero ahora la cosa ha cambiado.

-¿Cómo ha cambiado?

-41 años después que me mudé a San Francisco, somos parte de la capital mundial de la distopía tecnológica, nos ha absorbido el Silicon Valley. La tecnología ha tenido un papel nefasto en tantos aspectos de nuestra vida pública y privada que realmente me siento distinta. San Francisco es un lugar diferente. Es algo que ha pasado en los últimos años: el boom tecnológico ha expulsado a mucha gente pobre, incluídas a personas de las minorías negras y latinas, por lo tanto se ha convertido en un sitio diferente: ha perdido su alma, ha perdido su corazón. Sigue siendo un sitio agradable para vivir, pero no es tan fácil como antes. Se ha convertido en un sitio carísimo.

-¿Qué ha pasado con los vecindarios?

-Mucha gente, y entre ellos, homosexuales, no pueden pagar las rentas de los alquileres. Por lo tanto, se ha convertido en una ciudad mucho menos amistosa y agradable. La tecnología, las redes sociales, podrían ser diferentes. Google podrían beneficiar a la sociedad civil, con otros tipos de controles, no como se ha desarrollado, como una suerte de monstruo del capitalismo, con una capacidad ilimitada de vigilarnos a todos. Yo siempre digo que la KGB, la Stasi alemana, el FBI, nunca hubieran soñado tener esta capacidad de vigilancia de nuestra vida como lo hace Google y Facebook: nos controlan y saben todo sobre nosotros y por lo tanto vivo en el centro de una de las fuerzas más destructivas del mundo.