La huella de un gran hijo ilustre
Luis Briones nació en una oficina salitrera, pero creció en Pica, un típico oasis de la Pampa del Tamarugal en el Desierto de Atacama.
Este sabio piqueño se radicó en Arica a comienzos de los años setenta, como profesor de la Universidad de Chile, para luego integrar la naciente Universidad de Tarapacá.
Tenía más de 80 años, pero físicamente representaba muchos menos.
Mentalmente era un personaje mayor por sus conocimientos y sabiduría que fue adquiriendo a través de su incansable e inalcanzable tranco para caminar, observar y registrar en su prodigiosa memoria y sus cuadernos de campo, vívidas expresiones de lo que se escondía en pequeños rincones medio tapados por las arenas del desierto; todo lo cual lo transformó en un ilustrado habitante de este territorio.
A su casa, ubicada en una esquina arenosa y soleada entre Pica y Matilla que bautizó como Poromita, llegaba todo tipo de gente, me comentó más de una vez Ani Valentin quien lo acompañó por más de 50 años en esta aventura espacial.
Estudiantes, arqueólogos, arquitectos, músicos, políticos, productores de TV, entre otros venidos desde distintas partes del país y del exterior, incluyendo al suscrito, nos acercábamos a Poromita para escuchar y aprender de su sabiduría y experiencia, que relataba de manera cinematográfica, con gestos y sonidos, o dibujando en el suelo y apuntando hacia distintas direcciones en el horizonte, para dar respuesta a las consultas de los visitantes.
De esta manera, Lucho o Lalo, como lo conocía todo el mundo, se transformaba sin ostentación en una especie de verdadera "Luchopedia".
Un libro que siempre estaba abierto, interactivo, para el que no se necesitaban claves, ni citas especiales. El respaldo de su enciclopedia, se encuentra en sus cuadernos de campo, con apuntes y dibujos hechos a escala, a mano alzada, de miles de paneles con geoglifos.
Esto significó que su retiro de la universidad, más que sacarlo de la vida académica, lo mantuvo activo y creativo.
Llevándolo continuamente a seguir descubriendo o revisitando las huellas de los antiguos habitantes del Desierto, materializadas en senderos, geoglifos y apachetas centenarias; las casi indelebles huellas dejadas por los caravaneros que atravesaron el desierto.
Pocos meses atrás comenzó a ordenar esta "Luchopedia", reproduciendo los dibujos de sus cuadernos, unos verdaderos calcos en miniatura.
Como los viejos caravaneros este ilustrado habitante del Desierto de Atacama emprendió un último viaje, desde Poromita, al que volverá en alma, pero no en cuerpo.
Por lo que seguiremos cultivando por él la pasión por el desierto y para que su legado, "la Luchopedia", no quede tapada por las arenas que el viento sopla sobre la pampa.
Por su defensa y difusión de los geoglifos y del patrimonio arqueológico recibió el Premio Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural de Chile.
Por lo que siguiendo su deseo, sus cenizas serán esparcidas frente a alguno de los "cerros pintados" de geoglifos.
Calogero Santoro
Arqueólogo
Laboratorio de Arqueología y Paleoambiente
Instituto de Alta Investigación
Universidad de Tarapacá