La audición nos conecta con el entorno, nos permite comunicarnos y muchas veces nos salva de peligros que atentan a nuestra vida. Ahora bien, cuando nace un bebé visualizamos que tenga bien formadas sus extremidades, contabilizamos los dedos de pies y manos y revisamos que no tenga alteraciones en el color de su piel. Pero, ¿cómo escucha mi bebé?
La cóclea, el órgano de la audición propiamente tal, alcanza su desarrollo estructural similar al de un adulto alrededor de los 5 a 6 meses de gestación. De ahí en adelante, comienza su maduración generando sinapsis y redes nerviosas que van a continuar incluso después del nacimiento. La exposición a estímulos auditivos como música y voces resultan cruciales para optimizar dicho proceso.
En efecto, cuando éste presenta una alteración en la estructura o función, ya sea reversible o no, vamos a tener un impacto en cómo oímos. Se denomina hipoacusia a la pérdida parcial de la audición y sordera cuando esta merma es total. Lamentablemente, la hipoacusia no tratada a tiempo repercute directamente en el desarrollo del lenguaje, la cognición, las habilidades sociales y el futuro desempeño escolar.
Actualmente, existen exámenes audiológicos que nos permiten detectar en forma temprana si estamos frente a una posible pérdida auditiva. Idealmente realizamos un procedimiento no invasivo e indoloro 48 horas después de nacer llamado Emisiones Otoacústicas. Si éste no resulta concluyente, continuamos con otros estudios y hacemos seguimiento para establecer un diagnóstico e intervención con prótesis auditivas en caso de ser necesario.
Pues bien, este tamizaje auditivo neonatal en la mayoría de los países es obligatorio, pero no así en nuestro país. Por ende, muchas veces deja de ser parte de la lista de prioridades. No obstante, está demostrado que si un bebé con hipoacusia es diagnosticado e implementado con prótesis auditivas antes de los 6 meses de edad no debería tener diferencias en su desarrollo en relación a sus pares.
En definitiva, si no tenemos un historial con antecedentes familiares de déficit auditivo es muy improbable que sea una preocupación los primeros días de vida. Es más, algunos padres refieren que todavía son muy pequeños para preocuparse de ello. Sin embargo, saber que uno puede prevenir el gran impacto que tiene la pérdida auditiva hace valer replantearse esta pregunta: ¿Cómo escucha mi bebé?
Carolina Flores Bustos
Académica Fonoaudiología
Universidad Andrés Bello