Editorial
Sin lugar a confiarse
El 11 de marzo pasado, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró oficialmente la pandemia mundial debido a la infección por el virus SARS-coV2, responsable de la enfermedad del COVID-19. El anuncio se hizo pocos días antes que la este azote llegara a la región de Arica y Parinacota, y meses después de que se registraran los primeros casos en el mundo, en Wuhan, China.
Han pasado ocho meses desde que se tuvo conocimiento de esta enfermedad, y la lucha en todo el planeta continúa. Esta semana, las noticias han venido de parte de las investigaciones y desarrollo de las que podrían ser las primeras vacunas que permitirían inmunizar a la población mundial ante el virus.
Sin embargo, hasta ahora los principales esfuerzos han pasado por hacer frente a la pandemia con medidas que apuntan principalmente a la prevención, el aislamiento y el confinamiento. Los resultados de estas medidas han ido fluctuando, según el tiempo, el lugar, el comportamiento de la población y ante una serie de experiencias, que dan cuenta también de los desafíos que impone un virus que en general, sigue siendo un misterio.
Por ejemplo, en lugares de Europa en donde se creía la pandemia más controlada e incluso hubo medidas de desconfinamiento, han surgido rebrotes que han hecho que muchas de las disposiciones hayan cambiado y hoy se eche pie atrás. Incluso, en países como Perú, Australia y Japón, donde se aplicaron medidas que fueron exitosas en su momento, nuevamente se registra un aumento de casos.
Por ahora, la atención y las principales preocupaciones se orientan hacia América Latina, considerada hoy por la OMS como el epicentro de la pandemia, junto con Estados Unidos, este último país, con más de una quinta parte de las muertes de todo el planeta por COVID-19. Todo esto nos muestra que la pandemia se mueve, va cambiando y se esconde, a veces incluso en la confianza de organizaciones y gobiernos, cuando se cree que es algo superado. Hoy, la confianza y el descuido pueden ser fuertes aliados de un virus que no retrocede.
"El mundo sabe de brotes, bajas y rebrotes del coronavirus, pero aún no canta victorias".