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Los guadianes de los textiles prehispánicos de 11 mil años

Son tres los encargados por parte de la Universidad de Tarapacá de recibir, registrar, almacenar y conservar los textiles milenarios, que la tierra desértica mantiene en condiciones inmejorables en el extremo norte de Chile.
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Las pupilas se dilatan cuando vemos los textiles de diversas formas y colores en las vitrinas de la Sala de Exhibición, dispuestos para maravillarse en el Museo Universidad de Tarapacá, San Miguel de Azapa. Al lado se encuentra el Laboratorio de Textiles, donde existen alrededor de tres mil piezas con tratamiento de conservación en estantes metálicos, clasificadas por sitios y periodos.

Son más de 100 mil piezas, considerando las exhibidas, las del laboratorio y las de los depósitos, donde están las colecciones en contexto; guardadas como un tesoro, resistiendo al tiempo para las nuevas generaciones, que podrán sentir la emoción al ver el legado de nuestros ancestros, un patrimonio único en el mundo.

"Nuestros textiles tienen un valor cultural que ha permitido conocer la historia de esta región en tiempos prehispanos, por ello la colección que la Universidad protege, ha permitido que se desarrolle un trabajo de investigación, aportando a la cultura y conocimiento. Nos parece importante que esto se conserve y tenga las mejores condiciones de almacenaje, para que a través del Museo la comunidad tenga acceso a un patrimonio universal que es de todos", indico el rector de la Universidad de Tarapacá, Emilio Rodríguez Ponce.

Tres profesionales trabajan a diario con esta especie de biblioteca arqueológica, que no sólo considera el ajuar, sino a los cuerpos y objetos asociados a ellos, entonces se puede conocer qué vestimenta usaban, cuáles eran las ofrendas y qué enfermedad tuvieron, entre otros.

Base de datos

El 90 por ciento de la colección es funeraria y el 10 por ciento procede de recintos habitacionales. Este sinnúmero de piezas es registrado en el sistema de base de datos San Miguel, creado por Gustavo Espinoza Valdebenito, encargado de la oficina de registro de colecciones del Museo, quien diseñó un software en Access Microsoft hace 10 años, el que a menudo va perfeccionando.

Existe un registro de 50 mil piezas y fotografías de 20 mil, que permiten a cada investigador conocer el nombre, características básicas, fotografía y contexto de donde proviene cada pieza.

Manejo de colección

"Miro los tejidos con mucho respeto, desde lo comunitario, mi cosmovisión andina, es muy cercano como viene cada objeto entregado a un individuo difunto", indica Teresa Cañipa Ponce, técnico encargada del manejo de la colección, quien ha tenido el privilegio de registrarla.

"Mi abuela contaba que cuando fallecía alguien les hacían saquitos y le echaban orégano, maíz y alimentos, lo mismo que está en las colecciones incaicas, donde hay ofrendas rituales en miniatura". Indica quien a través de su trabajo ha catalogado desde 100 tumbas, ubicadas en el valle de Azapa; hasta 240, como las de Playa Miller 4.

Para Teresa es interesante registrar una colección, pues "vas viendo en el silencio de los objetos la maravilla que existe, te van hablando, la decoración, los iconos y colores, y demostrando que fueron expertos en todo lo que hacían". Esta experiencia la ha hecho valorar el patrimonio que protege con una gran responsabilidad.

Siendo una de las personas que más conoce la colección, tiene su pieza favorita.

"Es una bolsa faja, del Periodo de Desarrollo Regional, asociada a playa Miller 4. Tiene iconos que demuestran que el individuo que la portaba era de alto rango porque presenta en su iconografía personajes con orejeras, un símbolo de estatus social, tiene penachos de gorros con plumas, unos altos y otros más bajos. Es como una historia, además en la simbología hay ancestros tutelares, animales y un panteón religioso súper importante".

Conservación

"Este trabajo te hace ser más respetuosa con el patrimonio, ya que es un privilegio que tenemos algunos de estar cerca de objetos con un valor excepcional", indica Mariela Santos Varela, profesional encargada de conservación del Museo.

No es fácil elegir qué objeto o prenda es la que más le ha llamado la atención. "Los textiles son maravillosos, tenemos que entender que en el pasado no había ningún sistema para guardar un diseño, estaba todo en la cabeza de esos creadores, que vieron, soñaron, pensaron o aprendieron de los antepasados".

Mariela indica que "hay algo que me ha encantado y es ver que en un objeto plano aparezca la tridimensión, tenemos uno y es ese animalito que aparece en una inkuña, largo como un zorrito, y a su lado dos puntitos de un personaje que no está".

"Los tejidos en miniaturas son muy lindos, tiene que ver con un contexto, con un rito funerario", señala y agrega que esos pequeños tejidos que no miden más de dos centímetros, imitaban las piezas originales.