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En el Siglo XV
En Europa, la receta colectiva para la peste fue encerrarse en las casas, cuidados paliativos con médicos enmascarados (con disfraces de pájaro para no contagiarse) y rezar. En el Siglo XXI, la receta no cambió (salvo por los disfraces de pájaro) y también ha hecho circular muchas supercherías conspirativas, parecidas al castigo de Dios del siglo XIV.
Pero, desde el 2018 hemos asistido también a la emergencia ambiental traducida en graves problemas climáticos y con posterioridad las protestas a nivel global, en Chile denominadas "estallido social".
Estos fenómenos tienen algo en común, se trata de fallas en la provisión de bienes públicos, tarea que está asignado exclusivamente a los Estados, porque el mercado no puede proveer de este tipo de bienes. Así, el clima, el orden público, la seguridad sanitaria son problemas que deben enfrentar las autoridades públicas, que además, son políticas.
Esto muestra un problema grave. Nuestras instituciones de producción y gestión de bienes públicos están fallando grave y sistemáticamente. Es que no es rentable electoralmente investigar virus, invertir en prevención biológica, cuidar el clima, o invertir en cárceles o programas de rehabilitación. De hecho la gestión farandulera de los desastres, que vemos todos los días, son una expresión más de lo señalado.
Lo han dicho muchos, el mundo no será igual después de esta peste y no es posible que lo sea. La tarea es compleja pues los bienes públicos que se requieren son globales y los recursos necesarios son gigantescos.
Por las dos razones, es necesaria una nueva generación de instituciones supra nacionales, los países deben ceder autoridad y soberanía, colaborar en programas de acción pública global y vinculante y protocolizar el ámbito de las decisiones políticas originadas en autoridades electas. Además y centralmente, es necesaria una nueva educación con contenidos globales que permitan a las personas participar en democracia de manera informada y responsable.
"Lo han dicho muchos. El mundo ya no será igual después de esta peste".
Fernando Cabrales, Economista