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El goleador y practicante médico que llegó de la pampa

Junto a su afición al fútbol, Miguel Daldo, reciente Hijo Ilustre de Arica es reconocido por su trabajo ayudando a cientos de pacientes y enfermos.
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Deportes - La Estrella

Desde la oficina Victoria, en la actual región de Tarapacá, en 1956 llegó a Arica Miguel Daldo Zeballos, pampino de tomo y lomo, junto a su esposa y dos hijas pequeñas, en busca de mejores horizontes.

Ya las oficinas salitreras iniciaban su decadencia y, poco a poco, comenzaban a apagarse definitivamente las chimeneas de las industrias, a silenciar su danza las chancadoras, hasta que solo quedaron habitando los restos de murallones, de casas de adobe, las eternas "tortas" de escoria, los páramos interminables, el viento ululante y los remolinos con sus estelas de polvo.

Don Miguel Daldo, el nuevo habitante de esa antigua Arica, poco a poco fue siendo conocido y reconocido, por su dedicación al trabajo entregado al servicio de los demás, oficiando su valiosa labor de "practicante", como se les llamaba en esos tiempos a los técnicos médicos.

¿Cuántos de los ariqueños antiguos fueron pacientes del practicante "Miguelito", que sanaba poniendo inyecciones, curando heridas, aplicando vendajes, atendiendo por décadas a un sinfín de pacientes con diversas dolencias, males y enfermedades?

Miguel Daldo, "Miguelito", en diciembre pasado, con toda justicia por su trabajo ejercido desde entonces hasta el presente, a sus 94 años, recibió finalmente el merecido reconocimiento de la comunidad, representada en la Municipalidad, que le otorgó el título honorífico de Hijo Ilustre de Arica, "por su destacada trayectoria y aporte social en la salud de la ciudad de Arica".

En las salitreras

Nació en 1925, y vivió sus primeros años en la oficina salitrera San Antonio de Zapiga, junto a sus padres, Manuel y Antonia, y sus hermanos Uberlinda, Irma, Ladislao, Carlina y Eduardo.

A los 14 años, en la oficina San Enrique, ya trabajaba para ayudar a la mantención familiar.

De madrugada ensillaba la mula con 20 pesados barrenos a cada lado, en angarillas, los que debía ir repartiendo a los cachorreros, recogiéndolos en la tarde para llevarlos de vuelta a las Bodegas.

La familia emigró a Lima en busca de mejores posibilidades de vida, luego vivió en Arequipa. P

Posteriormente regresaron para instalarse temporalmente en Iquique, en un albergue en donde el Estado les entregaba raciones de porotos, pan y, para el aseo, Perlina y jabón Azul. Eran años de crisis mundial.

Su padre decidió volver al trabajo en la pampa salitrera, laborando en las oficinas San Enrique, Brac y Bellavista.

Goleador

En esos lugares, un muchacho Miguel Daldo comenzó a destacar en el fútbol.

Eran los viejos tiempos de la verdadera "Tierra de Campeones", cuando el seleccionado de la oficina Bellavista se dio el lujo de empatarle 2-2 al Alianza de Lima, campeón del Perú, con un gol de su joven centrodelantero Daldo.

Posteriormente hizo su servicio miliar en Iquique, jugando en la selección del regimiento y paralelamente en el equipo Yungay, siendo nominado por sus características de goleador a la selección del vecino puerto.

Tras la experiencia militar volvió a la oficina Bellavista, en donde fue seleccionado por el hospital, en 1947, para realizar un curso de practicante médico.

Su nota de aprobación estuvo entre las más altas de los postulantes.

De allí comenzó su labor paramédica, en las oficinas Mapocho y Victoria. Labor interminable hasta ahora.

Todos los días siguen llegando algunos de sus antiguos pacientes, y los hijos y nietos, a su hogar y clínica en calle Juan Noé, al frente del mercado Benedicto, a solicitar hora para que les atienda en sus dolencias.

Seleccionado

En nuestra ciudad fue contratado en 1956 para realizar su labor paramédica en el hospital, y además se fue dando a conocer como destacado centrodelantero, jugando por la selección local.

Desempeñó también sus labores médicas por largos años en el Ferrocarril Arica-La Paz, y en el Hipódromo de Arica.

Nuestro flamante Hijo Ilustre de Arica, Miguelito Daldo, actualmente vive rodeado del amor y cuidados de la familia que formó inicialmente en la aridez de la pampa salitrera, y que se amplió enormemente en Arica.

Yolanda, su esposa e incansable compañera durante 57 años, y sus hijas Yolanda, Miguelina, Anita, Patricia y María Antonieta, además de sus amados nietos y bisnietos, conforman su grupo familiar. Miguelito en estos momentos que vive el mundo y el país por el Covid-19, sólo llama a la calma y a hacer caso de las autoridades de Salud.