Puedo entender que todos tengamos una mirada particular de cómo deseamos que el "cada día" funcione en la comunidad en la que estamos insertos, en el país en que nacimos e incluso en el mundo entero ¿Por qué no? Sin embargo, me cuesta entender que esa mirada sea puesta por encima de los valores en lo general y en lo particular, porque es innegable que esa mirada conlleva su derecho a ser respetada, pero que a la vez ese derecho suyo, termina donde comienzan los otros sucesivamente. Lo que trato de decir es que no se puede construir destruyendo, no se puede pretender vivir con algunos valores mientras se eliminan los demás, porque es malsano y se nos pasará la cuenta más temprano que tarde. Todos los seres existentes en este mundo tenemos un espacio paralelo al otro y así la naturaleza asegura la continuidad de las especies, de este mismo modo las cosas lo tienen; las personas y las cosas pueden incidir una en otra, servir para propósitos unas para las otras y hasta entrelazarse, pero jamás una puede destruir a la otra para ocupar su espacio, porque ese hecho quiebra el desarrollo armónico que pregona y ejecuta la naturaleza y se tiene que pagar el costo de tal pecado in nature.
En nuestro país llevamos demasiadas décadas autodestruyéndonos y repitiendo este pecado sin que haya un vestigio de que hemos aprendido de tanto dolor provocado y de tanta sangre derramada y digo esto, ya que la historia tiende a repetirse cambiando protagonistas, algunas escenas o situaciones, pero siempre es lo mismo: obligar a los demás a ver lo que se ve, odiar a los demás, porque no piensan igual, despreciar a los demás, porque no actúan igual, discriminar a los demás, porque no aman igual, arrinconar a los demás, porque no viven igual, menoscabar a los demás, porque no se desarrollan igual. Siempre olvidamos que la tolerancia nos permite el diálogo y con él podemos encontrar el camino hacia la paz y la justicia. Nunca gana uno sobre el otro, porque el odio despertado hará que el otro busque posteriormente la revancha. Hoy hay odio y rencor repartido por todo Chile por lo mismo ¿Tendremos que terminar otra vez derramándonos nuestra sangre para imponernos sobre el otro? Es tiempo de detener la destrucción, porque luego será tarde: el odio engendra violencia y la violencia engendra catástrofe.
No a la violencia
Las protestas se han tornado tan violentas en algunas partes del país, llegando incluso a atentados contra centros hospitalarios, que de verdad ya no se sabe cual es el sentido de las manifestaciones. Separemos de una vez por todas la violencia de lo que son legítimas expresiones de descontento popular.
Arturo Yévenes Acuña
Edgard Fritis Monardes