Siempre he escrito lo que siento en el momento y que considero que es apropiado hacerlo; pero un día comencé a preguntarme por qué los demás también deben considerar apropiadas mis ideas y esto me llevó a cuestionarme por larga data hasta que des-cubrí lo que yacía en el fondo de mi proceder y que por estar cubierto por mis opiniones continuas, mis valores , no lograba visualizar. Los años quitan ímpetus y regalan mesura, retardan los impulsos, pero otorgan el don de leer entre líneas; no hay nada que el tiempo no devuelva en justicia por lo que quita, la naturaleza de todo se rige por la ley del equilibrio esencia de la armonía.La humanidad arrastra consecuencias que se van repitiendo, porque nuestra especie no obedece a esta ley que llama a una vida justa. Todos sabemos lo que pasará si no detenemos la contaminación del planeta. En Chile hemos tenido de todo. Hubo un transcurrir histórico donde la injusticia patronal no cesaba y en la búsqueda del equilibrio, los enfrentamientos cegaron demasiadas vidas. En las últimas páginas del libro de este país hay un episodio donde el desequilibrio de nuestra sociedad llevó a separar amigos y a ponerlos en aceras de enfrentamiento y las fuerzas armadas pacificaron trayendo equilibrio, mas el costo fue tan alto que incluso hoy, después de tantos años, el rencor y el odio sigue vivo alimentado por los recuerdos y la memoria; de este modo volvimos a perder el equilibrio, porque la sociedad entonces se reconstruyó con recuerdos de unos negando el de los otros y los otros a su vez, construyeron negando el de los unos.
Esta separación creciente nos llevó como sociedad a vivir una polarización extrema donde cada frente se creyó dueño del Bien para la sociedad y cada quien vio a los del frente como enemigos a quienes había que controlar, e incluso eliminar. Así llegamos - según mi parecer - a los acontecimientos de estas semanas donde ha habido marchas de rencor-agobio, saqueos de odio, incendios de furia destructiva, muertes de formas diferentes, pero todas producto de enfrentamiento y lo peor, desesperación por eliminar todo y hacerlo de nuevo a la manera de unos negando a los otros y ahí vuelve aparecer el desequilibrio que aleja a la armonía y que empuja al desastre. Los hechos endurecen el ambiente terminando con cualquier indicio de que todo esto fuere a terminar. Es de esperar, que la historia no se repita de forma igual y que la armonía vuelva con la concordia en las manos de los Hombres Buenos que tienen el deber de liderar para que no haya al final una paz con un costo pagado con la sangre del enfrentamiento entre hermanos. Dios nos escuche.
Arturo Yévenes Acuña