Resultaban muy preocupante por decir lo menos, que las conclusiones de una encuesta de hace unos meses que medía las opiniones de los chilenos con respecto al hecho de tener una nueva Constitución y en particular a los logros prácticos e inmediatos que ellos obtendrían por la promulgación de una nueva carta magna, fueran por ejemplo que una gran mayoría de los encuestados apostaban todas sus fichas a que casi todos los problemas que en ese momento los aquejaban, tales como las colas de la salud, falta de hospitales, la inequidad en la educación, la durabilidad y calidad de los trabajos, el mejoramiento de los medios de transportes, el valor de las pensiones, el abuso, el nepotismo, las colusiones y un sinfín de otras materias que sería largo enumerarlas, tendrían solución inmediata, solo con el hecho de tener una nueva Constitución...
Si estos resultados llamaban a realizar una reflexión muy seria, hace unos meses, debido a que se notaba claramente la presencia en cada uno de los encuestados, enormes expectativas de poder solucionar "ipso facto" todos sus problemas con la sola llegada de una nueva Constitución, con mayor razón habría que hacerlo hoy, porque ante todos los problemas, los mismos anteriores detallados más varios nuevos que desencadenaron la crisis social que hoy tiene Chile, la respuesta casi al unísono de las personas durante las jornadas de protestas ha sido la necesidad de tener una nueva Constitución, dejando claramente establecido que sin ello, no se tendría la solución definitiva e inmediata de los temas que terminaron en la profunda crisis presente, lo cual a primera vista debiera preocupar a las autoridades y a los que promueven con gran entusiasmo una nueva Constitución, como que fuera la panacea, la cura de todos los males y lo mejor de todo de forma inmediata, porque no se necesita ser un experto en estos temas para concluir que no es así, como siempre el tiempo es el protagonista principal y la paciencia (que hoy está absolutamente agotada) para esperar la consecución del proceso legislativo de presentación, discusiones, aprobación y promulgación respectiva, podrían dar como resultado una nueva olla presión sin válvula de escape incluida, cuando los que han cifrado y los que cifran todas sus expectativas en que con la sola aprobación de una nueva Constitución se arreglarán todos sus problemas que hoy los aquejan, no es tan así, no hay que tener mucha imaginación hollywoodense para saber el crítico panorama que se vendría nuevamente encima de Chile, es por ello que se debe hacer un llamado a quienes corresponda, a que no alimenten grandes expectativas en la ciudadanía, con el propósito de tener réditos personales y grupales, sin pensar en sus gravísimas consecuencias de no cumplirse lo esperado y que como siempre ha pasado, las pruebas están en la historia política más reciente, nadie absolutamente nadie se hace responsable, y como siempre lo terminan pagando quienes se supone eran los primeros beneficiados con lo prometido con tanto fervor...
Luis Enrique Soler Milla