Esta semana se supo que la región de Arica y Parinacota presenta el monto de inversión más bajo del país, en cuanto a iniciativas públicas como privadas, para el quinquenio 2019-2023. Hasta ahora, la proyección se eleva a los US $284 millones, lejos de los 311 millones de la región de Aysén, que la antecede.

Hay dos aspectos, dos visiones que pueden verse opuestas al conocer estas cifras, pero de una u otra manera también terminan confluyendo. Por una parte, está el hecho de que nuestra región es nueva y pequeña. Pero Arica es prácticamente una ciudad región que concentra más del 93% de toda la población regional.

Por ende, si no existe inversión en Arica, en la comuna, es difícil que esto se refleje en toda la región en cuanto sus resultados. Sin embargo, en un segundo aspecto, este mismo hecho también plantea el desafío lógico. Una región nueva y pequeña claramente demanda inversiones que tienen que ver con su crecimiento y su desarrollo, incluso con su equipamiento

¿No podemos pensar, por ejemplo, la inversión que ya debería haberse hecho para la "casa propia" del Gore? ¿O que el mismo municipio no concrete el anhelo de contar con dependencias acordes al crecimiento que ha tenido la comuna?

Y en otros casos tan importantes, la región debería tener claros y fuertes caminos de inversión para aquellos ejes estratégicos que se han definido. Por ejemplo, aquellos que se relacionen con el turismo, que siendo una de las industrias de mayor potencial y atractivo, la región sigue presentando un nivel de desarrollo, gestión e inversión que no está a la altura de lo que se propone.

Son sólo tres de muchos otros aspectos en los que se ve que se necesita un nivel importante de inversiones y recursos, que no puede entenderse por qué la región está en el último lugar en este tipo de gestiones.

Esto es un llamado de atención no sólo para las autoridades actuales sino para las anteriores y las venideras.

Ahora Arica necesita crecer, no sólo a punta de ideas, de sueños y de diagnósticos, sino de proyectos concretos, realizables, gestión y recursos.

Con el envejecimiento normal se produce una acumulación de sustancia amiloide en los vasos sanguíneos cerebrales. La demencia puede tener un comienzo muy sutil y una progresión lenta que se manifiesta por ligera confusión, cambio de personalidad y pérdida de memoria.

Don Mateo de Toro Zambrano, se había distinguido por sus dotes de administrador inteligente, notable buen juicio, prudencia, firmeza y bastante don de mando. Al asumir el cargo de Gobernador de Chile, tenía ya 83 años, y aunque físicamente se conservaba bien, su cerebro había perdido lucidez. Solo por momentos se daba cuenta de lo tratado y el recuerdo de ello desaparecía luego de separarse del interlocutor, por lo que finalmente se decidía por el parecer del último que le hablaba, este hecho va a incidir en la gestación del 18 de septiembre. El empeño de los juntistas consistió entonces en adueñarse de la voluntad vacilante del Conde de la Conquista para realizar el cambio de régimen; esto se logró gracias a la influencia de sus secretarios Gregorio Argomedo y Gaspar Marín y de toda la familia, con excepción de su hijo mayor José Gregorio, casado con la catalana Josefa Dumont, mujer impetuosa y de posición a favor de los realistas, quien le había metido la idea de no convocar a una Junta. Don Mateo sorprendió a sus seguidores al exclamar: "que mañana no haya ni cabildo ordinario, nada, nada" impartiendo una contraorden. Pero el resto de la familia y los amigos de más confianza como Ignacio de la Carrera, lo rodearon a toda hora y lo hicieron asistir al Cabildo del día 18, donde influenciado por los gritos de ¡Junta queremos! puso el bastón de mando a disposición, y los 436 sufragantes procedieron a elegir la Primera Junta Nacional de Gobierno. Don Mateo falleció 5 meses después, el 26 de febrero de 1811.