Un promedio de 16 denuncias diarias por delitos sexuales ha recibido la PDI durante este año en todo el país. Son casi tres mil las que se registraron en los 181 primeros días de este 2018, donde llama la atención que la mayoría de los casos se refiere a menos de 14 años.

Según informaba ayer el portal emol.com, las cifras representan un incremento en un 16% respecto al mismo periodo del año anterior, ya que entre enero y junio de 2018 la policía civil registró 2.526 situaciones. Si bien se trata de resultados que preocupan, y mucho, el comisario José Contreras, de la Jefatura Nacional de Delitos Sexuales, dio a conocer al mismo sitio informativo que estos resultados no se deben necesariamente a que haya más delitos, sino que más bien a la capacidad de comunicar los hechos por parte de la población y en especial, de parte de las víctimas.

Este hecho es fundamental para conocer el fenómeno y las acciones que se pueden y deben tomar para combatir este tipo de delitos. Como se ha analizado en otras oportunidades, el comunicar lo que está ocurriendo en términos de los delitos, es clave para que estas situaciones no queden ocultas, como si no existieran.

También se atribuye a la nueva manera de entender en términos legislativos estos delitos, el hecho de que las denuncias aumenten. Y en este sentido, la imprescriptibilidad de los delitos sexuales contra menores de edad ha tenido un rol fundamental. A eso se suman los esfuerzos realizados en términos legales y sociales, para evitar que los niños y niñas sean revictimizados en el marco de las investigaciones y juicios por este tipo de delitos.

Sin embargo, en este marco sigue siendo muy importante la buena relación y la comunicación en las familias. Lamentablemente, alrededor del 80% de los responsables de estos hechos son parte del grupo cercano o familiar, desde parientes cercanos, hasta amigos de la familia.

El asumir el cuidado de los niños y niñas de manera decidida, poniendo atención a sus actividades y cercanos, como también a sus conductas y estados de ánimo, es muy importante para que no sean víctimas de este tipo de delitos.

Lo que sucede con el Plan Regulador, es un hecho inédito, pues son poco los casos, en que las fuerzas vivas se han involucrado tan firmemente por un propósito; este acto sin duda cambió la forma de hacer y proyectar los planes reguladores; se ha convertido en un ejercicio democrático donde el ciudadano ha participado; algunos con mayor fuerza que otros, pero la ciudad ha hecho valer sus pretensiones, y en esta suerte de petitorios sobre nuestro desarrollo urbano, nos hemos ENCONTRADO con buenas y malas decisiones que se han tomado. Las buenas decisiones han sido aquellas en que el Concejo y Alcalde han escuchado de manera consciente la voz del ciudadano, a la fuerza laboral, la voz técnica de los expertos y por cierto a nuestros amigos ambientalistas, se ha resuelto, como si fuese un proceso de osmosis donde no se ha contaminado el clamor del ariqueño y el Concejo ha votado informado y de manera responsable.

Por otro lado, tenemos las malas decisiones donde ha primado la presión empresarial injustificada, la mirada a corto plazo, la voz desinformada y la peor de todas la decisión que tiene implícita cálculos políticos y de eventuales votos en futuras candidaturas.

En tiempos que aun se delibera el Plan Regulador, y por las intervenciones que he tenido como Colegio de Arquitecto, me llevo una tremenda sensación de agrado al conocer tanto coterráneo luchando por los ideales de poder proyectar una ciudad con Calidad de Vida, tanto ariqueño sabio, oriundo de esta tierra morena, que la tiene muy clara y que sabe que en esta sabiduría que desparrama de forma humilde, sabe con certeza y firmeza que debemos preservar nuestro paisaje, territorio y recursos naturales.

Aquel ariqueño neto, sabe que en su profunda inteligencia, necesitamos de grandes inversiones, pero no de las que segregan nuestro paisaje a un elevado costo de depredar nuestro humedal a cambio de riquezas inmediatas, esporádicas e ilusiones de un proyecto inmobiliario, que margina y no dialoga ni incluye nuestra identidad cultural.