Luego de meses de discusión y de debates, de incertidumbre y especulaciones, esta semana el Concejo Municipal votó el destino del amplio sector del humedal que estaba bajo análisis en el marco de la decisión del futuro plan regulador comunal. Se trata de una zona que había despertado especial atención en buena parte de la comunidad, que desea que se mantenga el lugar como espacio de resguardo natural.

Finalmente, por mayoría, el Concejo Municipal se inclinó por el planteamiento que contempla la transformación de una zona de Parque Natural que no permite la posibilidad de edificar construcción alguna ni urbanización, así como tampoco la existencia de vialidad de conectividad, acogiéndose a los fundamentos de protección del Humedal de la Desembocadura del Río Lluta.

Sin duda que esta decisión tranquiliza y permite tener confianza en un buen futuro para este santuario de la naturaleza, que en la institucionalidad nacional, está incluido como uno de los Monumentos Nacionales de Arica.

Sin embargo, lo peor que podría pasarnos como sociedad es sentarnos en la alegría y satisfacción es avance en términos ambientales, sin tomar en cuenta las amenazas presentes que han afectado y siguen afectado al humedal, en ocasiones de manera impune y descarada.

Hoy nuestro humedal sufre, no por un proyecto inmobiliario futuro. Más que sufrir por lo que aún no existe, padece las consecuencias del maltrato actual que se ha visto en el último tiempo y que ha puesto en alerta a las autoridades, especialmente del mismo municipio.

Hoy, las fuerzas vivas que han luchado por evitar que esta zona sea entregada a propósitos que puedan ponerla en riesgo, se deben organizar para enfrentar también los problemas presentes. Por ejemplo, la basura que se ve en el lugar. La presenciad e perros que afecta a las aves que llegan al humedal.

Y si no hay proyectos inmobiliarios de gran envergadura, tampoco se espera que "rucas" y tomas terminen por instalarse y afectar de manera igual o peor el entorno. En otras palabras, el desafío es resguardar el humedal aquí, ahora y con acciones.

Cuando partíamos nuestra gestión, nos tildaron de "locos y fomes" por dejar de repartir golosinas en la fiesta del Día del Niño y la Niña. Estábamos, y seguimos convencidos que si no tenemos capacidad de tener dentistas y médicos para toda nuestra comunidad, no podemos seguir fomentando el consumo de azúcar y calorías en nuestros niños y niñas.

Por eso, desde el inicio que asumí como alcalde, decidimos decir "Chao Azúcar" y bienvenidos los buenos hábitos para celebrar. El primer año ya hicimos una mejora en la nutrición de los productos que regalamos a los niños, pero ya para este año podemos ver como nos acercamos a una colación ideal: bajamos de 630 calorías en 2017 a 224; en las grasas totales pasamos de 23,8 a 1,2; grasas saturadas de 9,1 a 0,1; el colesterol de 9 a 0 y azúcar de 67,1 a 28,4, entre otros indicadores.

Para ello, nuestro equipo de Dideco trabajó en conjunto con profesionales de Salud Municipal, con el objetivo de construir una buena colación, entretenida y rica para los niños. Y como además, ya no queremos más bolsas plásticas, la colación se entregará en una mochila para que pueda ser utilizada las veces que sea por los peques. Además tendremos frutas y jugos para toda la familia.

La celebración del Día del Niño y la Niña de este domingo, a las 15 horas en el Estadio Carlos Dittborn convertirá el estadio en una verdadera ciudad para los niños y niñas, tendremos una invasión de juegos inflables; zonas para los más chiquitos que están recién gateando; espacios deportivos y show de payasos y personajes de tus películas favoritas.

Aprovecho la oportunidad para invitar a la comunidad para sumarse a esta actividad, y también a asumir el compromiso por una mejora de los hábitos de alimentación de nuestros niños y niñas, disminuyendo las calorías y el azúcar de nuestra dieta, y entre todos digamos #ChaoAzúcar.