Del consulado a la tierra prometida: El difícil tránsito de los venezolanos
Las afueras de la representación chilena y las calles adyacentes se han convertido en un campamento, en el que familias completas se impacientan buscando el ansiado permiso para cruzar la frontera.
A las nueve de la mañana, una olla llena de leche con avena está a punto de hervir. Seis niños revolotean alrededor no de una cocina, sino de la calle, a la espera del desayuno. Antes, unas arepas complementaron la primera comida del día.
Los Herrera Chacón, un grupo de 13 venezolanos- seis de ellos menores de edad- llevan casi un mes en la calle al frente del Consulado de Chile en Tacna. Allí pasan el día, a la espera de que los atiendan para poder lograr el ansiado sueño de cruzar hacia Arica. La cocinilla en la que pueden preparar sus comidas, se las prestó una chilena que vive en la ciudad peruana. Así, entre arepas, leches, carpas y amigos hechos en medio de la necesidad, la familia vive la espera.
El padre del clan cuenta que tuvo que vender su "carro" para comprarse unos zapatos parecidos a los de seguridad y emprender así el viaje hacia la tierra prometida junto a los suyos, ese Chile que esperaban los recibiera con los brazos abiertos. Sin embargo, llegaron y estuvieron días varados en Chacalluta, "hasta que nos trajeron para acá. No hemos completado los trámites, nosotros solo tenemos cédula, pero en el consulado siempre se contradicen. Piden carta de invitación, la tenemos y después preguntan cuánto gana la gente que nos espera allá. Respondemos y nos dicen que no es suficiente y siempre encuentran trabas", dice.
En las calles colindantes al consulado, unas cien carpas forman parte de un asentamiento improvisado, en el que habitan cerca de mil venezolanos. Decidieron quedarse ahí hasta que se le dé respuesta a la petición de ingreso a Chile, pero la confusión se toma el ambiente. Dicen que no hay claridad respecto a los requisitos de ingreso; que al venir sólo con cédula les solicitan uno y otro papel; que deben sacar cita a través de una página web y que al final, los días pasan y las soluciones no llegan.
"No hay baños químicos, hubo los primeros días, pero ahora los quitaron. Es como decir una medida de presión, o se van o se van. Tenemos que pagar dos soles diarios para usar uno y para orinar usamos ahí (apuntan unos montículos de arena a un costado del consulado). Esto no es lo que esperábamos", señalan los Herrera Chacón.
Sin respuestas
Las horas transcurren lentas para Yanefré Charles, quien lleva tres semanas esperando la tramitación porque solo posee cédula. En realidad, la mayoría de los ciudadanos apostados en Tacna están en esta condición, sin pasaporte, al que les imposible acceder por su alto costo y por lo que tarda en llegar.
Yanefré cuenta que entró a una página web para solicitar una cita en el consulado y se la dieron para el 24 de julio. "De acá uno ve que todo va muy lento y atrasado. Piden una y otra cosa para que podamos obtener los papeles, que la carta de invitación, el acta de matrimonio… Me desespero, porque uno no se esperaba esto, uno esperaba pasar y reunirse con su familia. Esta es una odisea, mientras más se retrasan ellos, más nos retrasamos nosotros también".
La mujer llegó junto a su hijo de cinco años y espera el pase para viajar hacia Santiago a reunirse con su esposo, el que la espera con trabajo. "Esto no es fácil, pero uno tiene que hacerse de valentía, pidiéndole mucho a Dios para que nos dejen pasar", agrega.
El Consulado en Tacna es una antigua casona ubicada en Presbítero Andía esquina Saucini. Cerca de este, se ubica el ferrocarril Arica- Tacna y el edificio del Gobierno Regional. Todos estos lugares han recibido a los inesperados huéspedes en los frontis, así como en las residencias cercanas, que ven como ante la urgencia, las familias han armado sus carpas. Los con más suerte tienen colchones y sacos de dormir.
Según la página web del consulado, su horario de atención es de lunes a viernes de 8 a 13 horas. La Estrella intentó conversar con algún encargado, sin embargo, el lugar además de estar cercado y con resguardo policial, no tenía sus puertas abiertas. Ante la consulta de si era posible ubicar al cónsul se comunicó que "está prohibido que entre la prensa", información que entregó un portero a una amable funcionaria peruana para que la comunicara.
Traición a la patria
Tres amigos pasan la mañana conversando, contando anécdotas de una Venezuela rica, feliz. Dicen que esa no se parece en nada a su actual país, el que optaron por dejar atrás porque el sueldo del mes les daba para comprar dos pollos o varios huevos que había que hacer durar al máximo. "Eso de que entregan una caja cada quince días es una mentira que el gobierno quiere mostrar. Eso se entrega con suerte, cada dos meses", relatan.
Ninguno de ellos quiere dar su nombre. Dicen que esperan pasar a Chile para trabajar, uno como comerciante y otro como carnicero, oficios que realizaban en su país.
El tercero, era empleado público del Ministerio de Agricultura y Tierra. "Tenía la posibilidad de seguir comiendo y vivir tranquilo con mi familia cercana, pero mis otros familiares se mueren de hambre. Allá si trabajas para el gobierno no se aceptan renuncias, si lo hacemos nos llevan presos por traición a la patria. Así que un día simplemente decidí abandonar el cargo e irme de Venezuela", dice.
Respecto a la posibilidad de llegar a Arica mediante pasos ilegales con la ayuda de un coyote, los tres aseguraron que no era opción. "Si entras ilegal no tienes posibilidad de trabajo, nada. Por la trocha no, es muy peligroso".
Otro de ellos complementa: "La opción del paso ilegal yo no la tomo, prefiero entrar por lo legal, demore lo que demore".
En todo caso, ninguno de los tres aseguró haber recibido oferta de coyotes, pero sí dicen que andan por el terminal y que cobran entre 100 y 300 dólares por ingresar gente a Chile por pasos no habilitados. Dinero que tampoco tienen para pagar.
13 a 12 grados
En las noches, la temperatura en la ciudad del Caplina oscila entre los 11 y los 13 grados en esta época del año. A Yulibé Zea, licenciada en comunicación social, 30 años, el invierno peruano le pasó la cuenta, así como a los cuatro niños que la acompañan y se resfriaron.
Gracias a la Cruz Roja han conseguido remedios para poder paliar los malestares.
Su mamá, una mujer de 64 años, dice que en las noches el frío es terrible. "Venimos de Maracaibo, donde la temperatura puede llegar a los 46° y este es un cambio drástico, ya que la mayoría de la ropa que tenemos no es de abrigo. Los peruanos nos han ayudado con cobijas y chaquetas, se han portado muy bien".
La caridad de los tacneños parece contrastar con el trato que dicen haber recibido de parte de los funcionarios chilenos, como dicen las mujeres. "No ven lo cansadas que estamos, yo como persona mayor, sufro de los huesos y de la tensión. Falta que sean un poco más humanitarios, los sentimos un poco déspotas. Venimos de Venezuela después de ser golpeados con tantas cosas, con tanta necesidad y aquí vamos casi igual", señalan.
La madre de Yulibé tiene 10 hijos, cinco de los cuales están en Chile. "Este gobierno hizo que familias enteras se separaran, como la mía, que éramos todos muy unidos y ahora estamos repartidos en diversos lugares. Ojalá esto termine pronto", sentencia la joven.