Rose Marie Pineda Q.
De acuerdo a una investigación publicada por la revista Scientific Reports de Nature y realizada por expertos del Centro de Investigación para la Gestión del Riesgo (Ciden), el terremoto del 1 de abril de 2014 y su posterior réplica de 7,7 grados sólo liberaron entre el 18 y el 20% de la energía sísmica que se viene acumulando en esta zona, desde el último gran terremoto y tsunami ocurridos en 1877.
Esta investigación publicada por el diario El Mercurio, el 29 de mayo en la sección de Vida, Ciencia y Tecnología, señala que, en los próximos 50 años es muy probable que se produzca en esta zona un sismo de magnitud 8.8, como el ocurrido en el Maule el 2010.
Bianca Glass, sismóloga de la Universidad de Tarapacá, reafirmó esta investigación y opinó que "los grandes terremotos de 1868 y 1877 son los que definen las zonas de altísima probabilidad de que ocurra un gran terremoto de dimensiones similares a la de aquellos".
"Lo más importante no es preocuparse cuándo sucederá un terremoto, pues puede ocurrir hoy, mañana, en días, meses o algunos años más. Las personas deben ocuparse de aprender a distinguir sismos de baja, mediana y alta intensidad ( en escala Mercalli Modificada). Si la percepción es tan fuerte que no puedes mantenerte en pie, lo más importante es evacuar de la zona costera", explicó.
Zona de multiamenazas
El director regional de la Onemi, Franz Schmauck, dijo que efectivamente en la región existe un silencio sísmico de más de 140 años y que, por ello, existe una constante preocupación por informar a la comunidad y difundir una "cultura sísmica".
"Este año ya se hizo un simulacro de tsunami y siempre hacemos diferentes capacitaciones para crear monitores que actúen en casos de emergencia; tenemos una mesa de trabajo intersectorial con servicios de Tacna, que es nuestra región hermana y que, en cualquier caso de emergencia, serán los primeros en brindarnos ayuda debido a nuestra cercanía geográfica".
Schmauck destacó que la labor preventiva no sólo es para un evento sísmico importante sino que para cualquier otro desastre natural.
"Estamos en una zona de multiamenaza, como lo vivimos en febrero, debemos estar preparados para cualquier tipo de emergencia, ya sea hídrica, volcánica, entre otras".